Al momento de su inauguración se convirtió en el buque más grande, largo y pesado del planeta. Sin embargo, solo se utilizó durante tres décadas.
Luego de largos años de construcción en Londres, Inglaterra, la historia del SS Great Eastern, considerado el barco más grande del mundo al momento de su estreno, inició con su botadura, en 1858.
A partir de este momento, realizó numerosos viajes por el planeta y demostró un excelente rendimiento al cruzar múltiples océanos, sin la necesidad de hacer paradas intermedias, y a una gran velocidad.
Y, aunque podía trasladar a 4.000 pasajeros y, con sus dimensiones, rompió récords que se mantuvieron vigentes hasta el cierre del siglo XIX y el comienzo del siglo XX, la trayectoria del SS Great Eastern terminó mucho antes de lo previsto, en 1890.
El SS Great Eastern fue un barco de vapor con casco de hierro que sorprendió al mundo desde los primeros trabajos de construcción. Un indicio de lo mencionado es el siguiente dato: al momento de su lanzamiento, se convirtió en el objeto trasladado por humanos más pesado de la historia.
Tras su inauguración, este enorme navío se convirtió en el barco más grande, largo y pesado de la historia. Además, el único que podía trasladar a 4.000 pasajeros al mismo tiempo.
Curiosamente, aunque el SS Great Eastern solo estuvo en servicio hasta 1890 (como ya explicaremos de manera más detallada en los siguientes párrafos), logró conservar sus récords hasta el cierre del siglo XIX y el inicio del siglo XX. En otras palabras:
Y, como si no bastara con lo mencionado, el SS Great Eastern también resaltó desde su viaje inaugural gracias a:
Su viaje inaugural se canceló en más de una oportunidad. Es por eso que la travesía se concretó casi dos años después del lanzamiento del navío. En síntesis, fue un viaje entre Liverpool, Inglaterra, y Nueva York, Estados Unidos, que inició el 17 de junio de 1860 y concluyó 11 días después.
A partir de este momento, el trasatlántico se utilizó para realizar numerosos viajes entre Europa y América, en los que trasladaba a una gran cantidad de viajeros y, al mismo tiempo, miles de toneladas de mercancías.
Y, aunque su utilidad superó las expectativas, un accidente cambió su destino para siempre. El 17 de agosto de 1862, en un viaje similar al inaugural, el SS Great Eastern chocó contra una piedra y sufrió daños graves.
Si bien no se hundió, este impacto lo dejó fuera de servicio hasta 1864. Una vez que se reparó la estructura, volvió a estar disponible. Pero, en esta nueva etapa, ya no sería utilizado para trasladar pasajeros y mercancías.
Cuando el SS Great Eastern se recuperó del accidente, fue subastado. A partir de este momento, se acondicionó para realizar una tarea muy puntual: completar el tendido de un cable telegráfico transatlántico.
Este viaje particular comenzó en mayo de 1865. El buque cargó un cable de 22.450 kilómetros de longitud, que se dejó caer en aguas del Atlántico a partir de julio del mismo año.
La travesía inició en la isla de Valentia (Irlanda) y tenía como destino la costa de Heart's Content, Terranova, Canadá, donde llegó el 27 de julio de 1866.
No hay dudas de que el viaje, que se realizó a una velocidad máxima de 11 km/h, fue un éxito. De todas formas, esto no significa que se completó sin inconvenientes.
En simples palabras, a mitad de camino, el cable se perdió en las profundidades del océano. Es por eso que, en 1866, la única alternativa fue regresar al punto de partida y así instalar una línea nueva.
El SS Great Eastern conservó su faceta de “instalador de cables” hasta 1869, cuando apareció el CS Faraday: un barco más moderno, que se construyó exclusivamente para realizar estos trabajos.
A partir de este año, el destino del barco que supo romper numerosos récords, fue muy cambiante y se resume de la siguiente manera:
Tras cambiar de dueño en más de una oportunidad, el SS Great Eastern fue desguazado. El proceso demoró 18 meses de trabajo, entre los años 1889 y 1890.
A partir de este momento, surgieron amplias leyendas sobre los destinos que tuvieron las partes de esta gran embarcación. Sin embargo, la única que se confirmó es la que narra la historia de uno de sus mástiles que se utilizó como un asta de bandera del Estadio Anfield, que en ese momento le pertenecía al Everton Football Club.
Hoy, este recinto deportivo es la “casa” del Liverpool Football Club y, curiosamente, conserva el famoso mástil del SS Great Eastern.
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