El 10 de abril de 1887 nació Bernardo Houssay, quien sería un médico, farmacéutico e investigador fundamental en el desarrollo de la ciencia en Argentina. En su honor, cada 10 de abril se celebra el Día del Investigador Científico en el país.
El rol de los científicos es fundamental en el desarrollo y progreso de las sociedades: curas para enfermedades, vacunas, prótesis, trasplantes y muchos otros avances y descubrimientos no serían posibles sin ellos. Por eso, cada 10 de abril se celebra el Día del Investigador Científico y de la Investigadora Científica en Argentina.
La efeméride se conmemora en homenaje al Doctor Bernardo Houssay, quien se especializó como médico y farmacéutico. En 1947, se convirtió en el primer latinoamericano en recibir el Premio Nobel de Fisiología y Medicina, y también fue el maestro de otro Premio Nobel argentino: Luis Federico Leloir.
El Día del Investigador científico se celebra cada 10 de abril ya que un día como hoy, pero de 1887, nació en Buenos Aires el Doctor Bernardo Alberto Houssay. Sus investigaciones lo llevaron a descubrir el papel de la hipófisis en la regulación de la cantidad de azúcar en sangre, factor clave para comprender la diabetes.
Además, impulsó la creación de múltiples institutos y centros de investigación científica en el país, para que la disciplina pudiera crecer en Argentina. Entre ellos, están:
Bernardo Alberto Houssay llevó una vida dedicada a la investigación científica. Como estudiante prodigio, se recibió del bachiller a los 13 años en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Sin dudarlo, siguió estudiando y a los 17 años se recibió de farmacéutico. Pero aún faltaba más: persiguió la Medicina, y a los 23 años se recibió de médico.
Desde entonces, trabajó incansablemente para el desarrollo de la ciencia en Argentina. Su objetivo era lograr que la ciencia argentina estuviera al nivel de la internacional, contribuyendo al bienestar general de la sociedad.
Ya como médico, trabajó en el Instituto Bacteriológico Nacional (hoy, Instituto Malbrán), a cargo del Departamento de Sueros. En su rol, participó de la campaña nacional sobre antídotos de víboras en distintas provincias del país.
Y no sólo fue un investigador brillante, sino también un maestro de generaciones enteras. Prueba de que también modernizó la enseñanza médica en Latinoamérica, tuvo como discípulo a Luis Federico Leloir, quien en 1970 obtuvo el Premio Nobel de Química por describir por primera vez los nucleótidos azúcares y su papel en la formación de hidratos de carbono (azúcares).
En 1945 publicó el Tratado de Fisiología Humana, en coautoría con colegas de sus equipos de trabajo, como Eduardo Braun Menéndez, Virgilio G. Foglia y el mismo Leloir. A los dos años, y gracias a que su obra obtuvo reconocimiento internacional, recibió el Premio Nobel de Medicina, a los 60 años.
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