Hablar de Manuela Pedraza es recordar a una mujer que no solo fue protagonista de las Invasiones Inglesas en 1806, sino también de intensas historias de amor que moldearon su destino. Criolla, nacida en Tucumán, se convirtió en símbolo de coraje cuando, tras perder a su esposo en combate, tomó un fusil y decidió seguir peleando en nombre del amor y de su patria.
El amor que la llevó a la batalla
Durante la primera invasión inglesa a Buenos Aires, Manuela acompañaba a su marido, el cabo de Asamblea José Miranda, que participaba en la defensa y fue abatido en medio del enfrentamiento.
Lejos de huir, Manuela tomó el arma de su compañero y disparó contra el enemigo. Ese acto de valentía no solo la convirtió en heroína de la jornada, sino también en la encarnación de un amor que trascendió la vida misma.
Manuela Pedraza y sus reconocimientos
El valor de esta mujer tucumana fue reconocido por el propio rey de España, Carlos IV, quien le otorgó el grado de alférez y un sueldo mensual por su servicio. Sin embargo, tras aquellos días gloriosos, su vida se volvió más silenciosa y humilde.

Algunos documentos sugieren que, ya viuda, Manuela volvió a encontrar compañía, aunque no existen registros claros sobre el desenlace de esa relación. Lo cierto es que su figura quedó marcada por la entrega a su primer gran amor y al ideal de libertad.
El legado de Manuela Pedraza
Las historias de amor de Manuela Pedraza son también relatos de lucha y resiliencia. Su nombre sobrevive como ejemplo de aquellas mujeres que, aun en un contexto adverso, lograron abrirse camino en la historia.
Algunos datos clave sobre su vida:
- Nació en Tucumán en la segunda mitad del siglo XVIII.
- Participó en la defensa de Buenos Aires en 1806 durante la primera invasión inglesa.
- Fue reconocida como alférez por el rey Carlos IV de España.
Su historia inspira hasta hoy, porque demuestra que el amor puede ser también motor de valentía y resistencia.
