Se pensó como una obra moderna, ideal para conmemorar los 400 años de la primera fundación de la ciudad. Y, aunque estuvo a punto de desaparecer, resistió al paso del tiempo y se convirtió en el punto más famoso del país. Sin lugar a dudas, una de las grandes construcciones argentinas.
Si bien Argentina está repleta de maravillas naturales, edificios históricos, plazas de fama internacional y avenidas emblemáticas, no hay dudas que su mayor ícono es el Obelisco de Buenos Aires que en breve cumplirá 89 años de historia.
Actualmente, sin importar el horario o las condiciones climáticas, en las inmediaciones de esta construcción siempre hay enormes grupos de turistas, emocionados por conocer cada detalle de la torre y con intenciones de lograr la mejor foto posible.
Pero, en el pasado, durante el breve periodo de construcción y en el transcurso de sus primeros años de historia, el Obelisco despertó una gran polémica y fue rechazado por muchas personas. Es por eso que casi desaparece.
Sin embargo, su estructura sobrevivió y desde entonces es una obra muy famosa, que también funciona como el punto predilecto de reunión de millones de argentinos que desean festejar, presenciar sucesos históricos y también manifestarse.
Unos meses antes del ensanchamiento de la Avenida Corrientes y de la inauguración del primer tramo de la Avenida 9 de Julio, se acordó construir el Obelisco de Buenos Aires y la Plaza de la República, sobre la que aún permanece en pie.
Pero, desde un primer momento, la obra despertó polémicas ya que, para su realización, era necesario demoler la histórica iglesia de San Nicolás de Bari, donde en 1812 se izó, por primera vez, la bandera de Argentina.
Tras la demolición de la iglesia, durante el inicio de 1936 se anunció públicamente el proyecto de construcción del Obelisco de Buenos Aires, como un homenaje y recuerdo a la primera fundación de la ciudad, que ocurrió el 3 de febrero de 1536.
En este contexto, la obra, que fue un proyecto del famoso arquitecto tucumano Alberto Prebisch, inició el 20 de marzo de 1936 y, gracias al trabajo de 157 obreros, que lo construyeron por secciones de dos metros, avanzó en tiempo récord.
Su inauguración ocurrió, ante una multitud de personas, poco más de dos meses después, el 23 de mayo del mismo año.
Además de la polémica demolición de la iglesia de San Nicolás de Bari, muchos argentinos estuvieron en contra de la conservación del Obelisco de Buenos Aires porque, entre tantas opiniones, consideraban que era un monumento absurdo y desagradable, que lejos estaba de identificar a los argentinos.
A estos motivos, se sumó el desprendimiento del revestimiento de piedra en uno de sus laterales, que ocurrió durante la madrugada del 21 de junio de 1938. Horas después de un acto que se llevó a cabo en el lugar y que contó con la presencia de numerosos niños.
Y, aunque tras el suceso mencionado se ordenó sustituir las placas de piedra por un revoque de cemento, que más tarde se pintó con 620 litros de látex, nada impidió que meses después se avanzara con la idea de su destrucción.
Precisamente, en junio de 1939, el Concejo Deliberante sancionó la demolición del Obelisco de Buenos Aires por Ordenanza N.º 10.251. Pero, por fortuna, esto nunca ocurrió y la emblemática construcción sobrevivió hasta la actualidad.
Una de las mayores fantasías de millones de Argentinos es conocer el interior del Obelisco de Buenos Aires y escalar esta construcción de 67,5 metros de altura, hasta alcanzar su mirador.
Hasta el momento, esta actividad no está disponible. Pero eso no quita que en su interior exista una escalera muy curiosa, necesaria para realizar las tareas de mantenimiento correspondientes.
Entonces, para despejar todas las dudas, es importante mencionar que el Obelisco de Buenos Aires, que está rodeado por una reja desde 1987 y conserva cuatro inscripciones en sus laterales (una en recuerdo del izamiento de la Bandera Nacional, otra sobre la designación de Buenos Aires como Capital Federal y otros dos en homenaje a las fundaciones de la ciudad); tiene:
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