La vizcacha es un animal autóctono de Argentina y otros países de América del Sur. Billiken habló con la bióloga y becaria del CONICET Cecilia Contarde sobre esta especie, para conocerla con mayor profundidad.
La vizcacha, también conocida como vizcacha de las llanuras, de las pampas o vizcacha mora, es una especie de roedor histricomorfo de la familia Chinchillidae. Es un roedor que llega a medir hasta 60 centímetros de largo. Su hábitat natural abarca desde el sur de Bolivia y Paraguay, hasta el norte de la Patagonia argentina.
Se trata de una especie nativa, eso significa que evolucionó y se desarrolló naturalmente y sin intervención humana en ese ecosistema. "Es una especie que se adaptó a las condiciones climáticas, a las condiciones del suelo y a la presencia de otras especies de ese ambiente y forma parte de una red de interacciones que logran que el ecosistema se encuentre en equilibrio", describe Cecilia Contarde.
No se sabe actualmente cuantos ejemplares hay en Argentina, pero se encuentra en una posición ambigua, ya que en algunos lugares es un animal protegido y valorado y en otros se encuentra en conflicto y se busca expulsarlo.
"En algunos sitios hay colonias muy grandes, en otros hay pequeñas poblaciones fragmentadas por rutas, caminos, barrios o ciudades. También se sabe que se encuentra extinta en muchas regiones donde antes se encontraba. En la provincia de Córdoba, por ejemplo, históricamente había vizcachas en todo el territorio, pero en 2018 se la declara especie vulnerable para la provincia, ya que está prácticamente ausente en todo el sur y este provincial", detalla la bióloga.
La vizcacha cava túneles en el suelo y come las plantas que crecen cerca de su madriguera. Esto genera zonas sin pasto, lo que puede ser un problema si están en campos en donde se desea cultivar, o criar ganado. Estas características no permiten que se siembre en lugares donde ellas están presentes. Además, se cree que animales como vacas o caballos podrían lastimarse las patas si pisaran las madrigueras.
"Hace más de 100 años, los productores rurales comenzaron a ver a la vizcacha como un animal dañino. Gracias a la buena relación de los dueños de los campos con los gobiernos, se logró que la vizcacha fuera declarada plaga y se permitió su matanza. Incluso se organizaban campañas oficiales para reducir la cantidad de vizcachas en todo el país" — explica Contarde — y continua — "En ese momento nadie estudió a fondo cuánto daño hacían en comparación con los beneficios que podían aportar. Años después, se descubrió que la vizcacha no competía tanto con el ganado por los pastos, ya que solo comía cerca de sus madrigueras. Tampoco dañaban tanto a los cultivos, a diferencia de otros animales, como las langostas, cotorras y liebres, o el mal uso de máquinas y herramientas agrícolas. Como las campañas de exterminio fueron muy agresivas, las vizcachas comenzaron a desaparecer en muchas partes del país".
La disminución en cantidad de las vizcachas en el campo modificó el ecosistema. Se redujo la variedad de plantas y solo unas pocas especies crecían y dominaban el terreno. Los depredadores que antes comían vizcachas, como el puma, ya no encontraban su alimento y comenzaron a atacar al ganado, generando un problema mayor para los productores.
Al ver estos problemas, el gobierno dio marcha atrás y mediante un decreto, quitó a la vizcacha de la lista de especies plaga. Hoy en día, está protegida por una ley que cuida a las especies nativas de Argentina.
"Aunque las vizcachas están protegidas, el conflicto con las personas no ha desaparecido por completo. Sus colonias pueden ocupar grandes extensiones de terreno. Considerando la expansión de la frontera agrícola y urbana y que estos animales se sienten cómodos cerca de asentamientos humanos, muchas veces hacen sus madrigueras cerca de casas. Esto puede causar problemas, como poner en riesgo los cimientos de las construcciones", cuenta la becaria del CONICET.
Además, destacó que hay un trabajo muy importante pendiente: encontrar la forma de realizar un buen manejo de las poblaciones de vizcachas para recuperar la especie en sitios donde se la necesita y encontrar soluciones para que puedan convivir con los humanos de manera armónica.
Los ingenieros ecosistémicos son organismos que modifican el lugar donde viven, afectando cómo se distribuyen los recursos como el agua, la comida y los refugios. Estos animales crean, cambian o destruyen partes del ambiente. Al hacerlo, también ayudan a otras especies a vivir.
"La vizcacha o lagostomus maximus, es un ejemplo de ingeniero ecosistémico. Es un roedor que cava túneles muy largos bajo tierra para hacer su hogar, llamado vizcachera. Pero no solo ella usa su madriguera, muchos animales diferentes encuentran refugio en estos túneles, por ejemplo:
Las usan para esconderse de depredadores, hacer sus nidos o vivir. Como muchas de estas especies son presas de otros animales, las zonas con vizcacheras también atraen depredadores que vienen a cazar. Por eso, sus alrededores suelen tener mucha más variedad de animales que otros sitios", explica Contarde.
Además, cuenta que la vizcacha se alimenta de las plantas cerca de su madriguera. Forma áreas con pastos bajos o sin vegetación alrededor de las vizcacheras. Esas zonas sirven como cortafuegos: si hay un incendio, la falta de plantas hace que el fuego se apague más rápido.
En los bordes de las zonas donde la vizcacha come, la variedad de plantas es mayor y ayuda a los animales que viven allí porque encuentran más opciones para alimentarse. Por otra parte, cuando la vizcacha cava sus túneles, mueve tierra desde las capas más profundas hasta la superficie. Come y hace sus necesidades dentro y fuera de la madriguera, entonces, los nutrientes del suelo se mezclan mejor y por eso las plantas que crecen cerca de esta zona cuentan con más nutrientes que las de otros lugares.
"La vizcacha es un animal muy importante en los ecosistemas en los que vive: crea refugios para otros animales, ayuda a evitar incendios, aumenta la variedad de plantas y animales del lugar, mejora la calidad del suelo. Si la vizcacha desaparece de esos ambientes, todas esas funciones que cumple se pierden, y muchas otras especies se ven perjudicadas", dice Contarde.
Entre el 2017 y 2018, desde el Parque Nacional Quebrada del Condorito, en Córdoba, se comienza a trabajar en la reintroducción de vizcachas al lugar. El proyecto tiene como objetivo reintroducir herbívoros nativos que habían habitado el área del Parque, para recuperar la diversidad del lugar y reducir los pastos dominantes, que favorecen la proliferación de incendios.
"Cuando escuché que iban a comenzar a trabajar con la vizcacha, me ofrecí a ayudar. De esta forma terminé realizando mi tesina para recibirme de bióloga estudiando una población de vizcachas y después arranqué mi Tesis de Doctorado en 2019 estudiando la mejor forma de realizar translocaciones de vizcachas, es decir, la captura y movimiento de vizcachas de un sitio a otro, con la consiguiente adaptación al nuevo sitio, para su reintroducción", cuenta Contarde sobre cómo terminó trabajando con estos animales.
Cecilia Contarde, forma parte del Proyecto Vizcacha, que surge como propuesta para mostrar a la sociedad el trabajo que venían realizando con estos animales y enseñar algunas curiosidades y características de la especie. "Nos parece importante que la gente pueda conocer un poco más a los animales nativos de la Argentina, entender cual es su rol en los ecosistemas, comprender la importancia de protegerlos y mostrar una parte de la actividad de los científicos trabajando a campo en ecología, comportamiento y conservación. Para esto creamos las redes sociales con el nombre Proyecto Vizcacha en Instagram y Facebook, con el objetivo también de que el grupo de investigación pueda ser reconocido con ese nombre y se asocie todo el trabajo que realizamos referido a la vizcacha".
"Somos un grupo de investigación formado por un investigador de CONICET, una becaria doctoral de CONICET y ayudantes de investigación que son estudiantes de la carrera de Biología de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (FCEFyN) de la Universidad Nacional de Córdoba. Nuestro lugar de trabajo está en la ciudad de Córdoba, en el Área de Biología del Comportamiento en el Instituto de Investigaciones Biológicas y Tecnológicas – CONICET-UNC", explica.
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