A pesar de su otro nombre –vaca de mar–, el manatí no está emparentado con la vaca. En cambio, su pariente vivo más cercano es otro animal terrestre: el elefante.
Manatíes y elefantes evolucionaron a partir del mismo antepasado hace más de 50 millones de años. Si nos fijamos en los detalles, el parentesco entre ambas criaturas no es tan sorprendente. Por ejemplo, ambos tienen el corazón en forma de esfera, algo inusual en el reino animal. También tienen técnicas similares para comer: los labios flexibles del manatí funcionan de forma parecida a la trompa del elefante.
¿El manatí y el elefante estaban conectados?
Es posible que los elefantes y los manatíes hayan evolucionado a partir de un ancestro común, un animal acuático del tamaño de un tapir que se alimentó de plantas en los ríos y vivió hace unos 60 millones de años.
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Hasta algunos años atrás se creía que los elefantes evolucionaron de un ancestro 100% terrestre y que siempre tuvo este estilo de vida. Sin embargo, esta evidencia apuntó hacia el agua, indicando que, en algún momento de su evolución, los antiguos elefantes vivieron casi exclusivamente en el agua o eran anfibios.
La conservación del manatí
Los manatíes llevan mucho tiempo siendo atacados por el hombre, amenazados por las redes de pesca, las colisiones con embarcaciones y el desarrollo costero que repercute negativamente en su hábitat. Por ello, desde el siglo XIX se realizan esfuerzos de conservación.
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En 1893 se promulgó la primera ley de protección del manatí, que ilegalizaba su caza en algunos estados de Estados Unidos e imponía multas o penas de cárcel por agredirlo o matarlo.
Los manatíes también están protegidos a escala internacional por la CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres). Aun así, hasta el 2022, las tres especies de manatíes eran consideradas vulnerables por la Lista Roja de la UICN.