El Salto Yosemite es una de esas maravillas naturales que impactan a primera vista. Ubicado en el corazón del Parque Nacional Yosemite, al oeste de Estados Unidos, se eleva como un gigante que domina el valle del mismo nombre.
Por el paisaje que forma, concentra la atención de quienes visitan la región entre noviembre y julio, cuando la cascada muestra su mayor caudal. Con una caída total de 739 metros, se considera una de las cataratas más altas del continente y un símbolo del carácter salvaje que define esta área protegida.
Su imagen se vuelve especialmente poderosa en primavera. El deshielo de la Sierra Nevada aumenta el caudal del arroyo Yosemite, que viaja serpenteando entre pastizales y formaciones rocosas antes de precipitarse en tres secciones que conforman la cascada.
La fuerza del agua, sumada al relieve vertical del valle colgante, convierte al Salto Yosemite en uno de los sitios favoritos de quienes recorren el parque, especialmente cerca de Yosemite Village y Yosemite Valley Lodge.
El Salto Yosemite y su cambio a lo largo de las estaciones

Durante el invierno, cuando las temperaturas descienden, en la base de la cascada superior suele formarse un cono de hielo que se volvió famoso entre fotógrafos y visitantes.
A medida que el clima se suaviza, entre abril y junio, aparece la corriente más intensa, que crea una nube de rocío visible desde distintos puntos del valle.
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Cada tramo del Salto Yosemite tiene su propia forma y ritmo: la cascada superior suma 430 metros de caída, las cascadas centrales añaden otros 205 y la sección inferior completa el recorrido con 97 metros más.
Qué tener en cuenta al visitar Yosemite

La caminata hacia la cima demanda cerca de ocho horas, es extenuante y requiere preparación, pero quienes la intentan aseguran que las vistas justifican cada paso.
Para quienes prefieren un recorrido más accesible, los primeros tres kilómetros ofrecen panorámicas imponentes sin necesidad de llegar hasta el final. De todas formas, para disfrutar la experiencia sin contratiempos, se recomienda:
- Llevar sombrero, protector solar y abundante agua, especialmente en verano.
- Prepararse para un sendero con muchas curvas cerradas y poca sombra.
- Consultar el caudal de la cascada antes de la visita, ya que cambia según la estación.