Nada fue fácil. Primero había que comunicar al resto del Virreinato que ahora gobernaba la Junta. Y que debían obedecerla. Por ese motivo se envió una expedición militar con la noticia. Mientras tanto, en Córdoba, el popular Liniers encabezaba un movimiento opositor al gobierno de Buenos Aires. ¿Qué hacer? La Junta no dudó y ordenó su fusilamiento y el de otros cabecillas. La columna militar la comandada el coronel Francisco Ortiz de Ocampo, secundado por Antonio González Balcarce. Viajaron como representantes del gobierno Hipólito Vieytes, Vicente López y Planes (luego autor del Himno Nacional) y Feliciano Chiclana. Después de capturar a Liniers, el coronel Ortiz de Ocampo decidió trasladarlo a Buenos Aires en lugar de fusilarlo, como había ordenado la Junta. Enterado de la novedad, el gobierno envió una nueva comisión, encabezada por Castelli, con French a cargo de los soldados. Ellos, el 26 de agosto de 1810, cumplieron con lo dispuesto. Además de Liniers cayeron ante el pelotón el gobernador de Córdoba, Juan Gutiérrez de la Concha, el coronel Santiago Allende, el teniente gobernador Victorio Rodríguez, Santiago Alejo de Allende y Joaquín Moreno.
Mejor nos vamos
No solo Liniers conspiraba contra la Junta. También lo hicieron el ex virrey Cisneros y los miembros de la Audiencia. Descubiertos, trataron de huir a Montevideo y unirse al gobernador Elío (que tampoco obedecía a Buenos Aires), pero fueron arrestados y enviados a España en un buque inglés.
En la otra orilla del Río de la Plata el poder estaba en manos de Javier de Elío, que tenía un proyecto propio y no quería saber nada con la Revolución de Mayo. Entonces la Junta envió a Montevideo a Juan José Paso, uno de sus secretarios, para tratar de ganar su adhesión. No solo no lo logró, sino que lo metieron preso... ¡en una panadería! ¿Sabés qué es lo más gracioso? Que el papá de Paso y sus hermanos eran panaderos... Sigamos con Elío. En 1811 lo nombraron virrey y bloqueó el puerto de Buenos Aires. Hubo combates navales, pero no pudo cambiar la situación.
Hasta que llegó una buena noticia para los patriotas: en Montevideo, el coronel José Gervasio Artigas había desertado de las fuerzas virreinales y se alineaba con la Junta. Para eso reunió paisanos, los armó, y con esa tropa venció a Elío el 18 de mayo, en la batalla de Las Piedras. Después de la derrota, los realistas no tuvieron más remedio que atrincherarse tras los muros de Montevideo. Ocurre que la capital de la Banda Oriental (hoy Uruguay) estaba completamente amurallada.
