Miguel Cané fue uno de los grandes intelectuales y políticos de la Argentina de fines del siglo XIX y principios del XX. Su nombre está ligado tanto a la literatura como a la vida pública, y aún hoy es recordado como símbolo de una época.
Los primeros años de Miguel Cané
Miguel Cané nació en Montevideo, Uruguay, en 1851, mientras su familia se encontraba exiliada por razones políticas. Años más tarde se instalaría en Buenos Aires, donde desarrolló una carrera marcada por la escritura, el periodismo y la actividad académica.
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Desde joven se vinculó con los círculos intelectuales de la época y fue parte de la Generación del 80, un grupo de escritores, políticos y pensadores que impulsaron un proyecto de país modernizador, influido por las corrientes europeas.
Miguel Cané y su aporte a la literatura
En el campo literario, Cané alcanzó reconocimiento con Juvenilia (1884), una obra de carácter autobiográfico en la que narró sus recuerdos como estudiante del Colegio Nacional de Buenos Aires. El libro se convirtió en un clásico de la literatura argentina y todavía hoy se estudia en las escuelas.

Además de Juvenilia, Cané escribió ensayos y textos de crítica literaria en los que reflexionó sobre la sociedad y la cultura de su tiempo. También trabajó como periodista en medios gráficos, donde consolidó su estilo claro y reflexivo.
Carrera política y diplomática
La trayectoria de Miguel Cané no se limitó a la literatura. También fue un hombre de Estado:
- En 1880 fue elegido diputado nacional.
- Entre 1892 y 1893 se desempeñó como intendente de la ciudad de Buenos Aires.
- En 1902, ya como senador, presentó un polémico proyecto de ley de residencia, que permitió la expulsión de extranjeros considerados peligrosos.
- A lo largo de su vida ejerció como diplomático en distintos países de América y Europa.
Su paso por la política estuvo atravesado por las ideas de orden y progreso, centrales en la Generación del 80, aunque no exentas de debate y críticas posteriores.
Un legado que perdura
Miguel Cané falleció en Buenos Aires en 1905, dejando tras de sí una obra literaria que aún perdura y una carrera política que refleja las tensiones de su tiempo.
Recordado principalmente por Juvenilia, Cané encarna la figura del intelectual comprometido con el destino de su país y con una mirada cosmopolita que marcó a toda una generación.