Para viajar de un punto distante a otro en el Espacio se necesitan millones de años luz. Tiempo que, por supuesto, ningún ser humano sería capaz de sobrevivir. Pero, ¿podríamos "ganarle al tiempo" en llegar más rápido? Por el momento, eso sería posible solo a través de un agujero de gusano.
El nombre ya de por sí es curioso, pero quedate que desde Billiken te explicamos bien qué es y quiénes lo describieron por primera vez. Pista: uno de ellos es un de los científicos más famosos de todos los tiempos, autor de la Teoría de la Relatividad.
¿Qué es un agujero de gusano?
Por decirlo en pocas palabras, un agujero de gusano es un puente en el espacio y el tiempo que conecta dos puntos distantes del Universo.
Para pensarlo, podemos retomar un ejemplo que brinda National Geographic: imaginemos que una hormiga camina sobre una hoja de papel desde el punto 1 hasta el punto 2. Recorrer esa distancia le tomaría un tiempo determinado (supongamos, si la hoja es grande, que tardaría dos minutos).
Pero, ¿qué pasa si el papel se curva? Sería posible superponer ambos puntos, el 1 y el 2, y la hormiga llegaría mucho más rápido, evitando el recorrido más largo. Esta "ventaja" sobre el tiempo, que nos parece impensable al nivel del Universo, es lo que se conoce con el nombre de "agujero de gusano".
En otras palabras, es lo que nos permite imaginar que los viajes en el tiempo son posibles, como vimos en tantas películas de ciencia ficción. Pero... ¿qué tan cierto es que podamos atravesar uno?
¿Podríamos viajar más rápido que la luz?
Por ahora, los agujeros de gusano existen solo en la teoría. Es decir: nadie observó uno ni comprobó su existencia de manera directa. Sin embargo, eso no significa que la ciencia los descarte. Al contrario: muchas de las ideas más importantes de la física moderna fueron primero cálculos en un pizarrón.
Algo parecido pasó con los agujeros negros y las ondas gravitacionales. Ambas fueron predichas por Albert Einstein a partir de su Teoría de la Relatividad General y recién décadas más tarde pudieron confirmarse con observaciones reales.
Por eso, algunos científicos consideran que los agujeros de gusano podrían existir en algún rincón del Universo. En teoría, funcionarían como atajos cósmicos capaces de conectar regiones muy alejadas del espacio-tiempo.
Los atajos antes de los agujeros de gusano
Los agujeros de gusano también reciben el nombre de puentes Einstein-Rosen, porque fueron descriptos a partir de las ecuaciones de la relatividad general. Pero antes y después de Einstein, estos atajos del espacio-tiempo recibieron distintos nombres, según cómo los fue pensando la ciencia:
- Túneles de Flamm (1916),
- Experimento de Weyl (1922),
- Puentes de Einstein-Rosen (1936),
- Agujeros de gusano (1957).
Incluso Stephen Hawking se interesó por estas ideas. Con el paso del tiempo, otros físicos como John Wheeler, Charles Misner, Kip Thorne y Michael Morris refinaron los modelos matemáticos, intentando describir cómo podrían funcionar estos "atajos" y si sería posible mantenerlos estables.
Sin embargo, ahí aparece el gran problema: los agujeros de gusano serían extremadamente inestables y, para mantenerse abiertos, necesitarían algo llamado materia exótica, una forma de materia que todavía no se comprobó que exista. Por eso, hasta hoy, siguen siendo una hipótesis fascinante pero no demostrada.
Aun así, su potencial es enorme: permitirían acortar distancias entre estrellas y hasta imaginar viajes en el tiempo. No sorprende, entonces, que hayan inspirado novelas, películas y series, como Contacto, del astrónomo y divulgador Carl Sagan.