Una empresa estadounidense está desarrollando el WindRunner, un avión sin precedentes en tamaño diseñado especialmente para transportar enormes palas eólicas por aire. Será el avión más grande del mundo, y aunque podrá cargar más que cualquier otro, su autonomía y requisitos operativos presentan desafíos serios. ¿Será viable su uso en la región de Sudamérica?
¿Quién está detrás del avión WindRunner y cuál es su propósito?
La empresa Radia, con base en Boulder (Colorado), está liderando el desarrollo de un gigantesco avión de carga llamado WindRunner. Fundada en 2016 por el ingeniero aeroespacial Mark Lundstrom, la firma tiene como misión acelerar la expansión de la energía eólica terrestre. Radia busca transportar palas de turbinas aún mayores, que no pueden trasladarse por tierra, directamente desde su lugar de fabricación hasta zonas remotas donde la construcción se complica.

Dimensiones impresionantes y carga única en su tipo
El WindRunner será el mayor avión jamás construido: unos 108 metros de longitud, 80 metros de envergadura y una altura de 24 metros, superando tanto al Antonov An-225 como al Boeing 747-8. Su bodega será 6 veces mayor que el avión ucraniano, y su volumen de carga será 12 veces superior al 747, con capacidad para transportar palas de molino de hasta 105 metros. Además, podrá operar desde pistas sin pavimentar de apenas 1.800 metros de longitud.
¿Cuál era el avión gigante anterior en el cielo?
Hasta ahora, el récord del avión más grande del mundo lo tenía el Antonov An-225 Mriya, un avión ucraniano de carga masiva. Sin embargo, solo se construyó uno y fue destruido en el conflicto reciente entre Ucrania y Rusia. En dimensiones globales, el WindRunner lo superará ampliamente.
¿Por qué no optar por un dirigible gigantesco en vez de un avión?
Antes de concebir el avión, se consideró la posibilidad de usar dirigibles para transportar palas. Pero esa opción fue descartada: son lentos, afectados por el clima y menos controlables. Un avión garantiza mayor velocidad, precisión de llegada y autonomía operativa, incluso si no alcanza distancias tan extensas.
Limitaciones técnicas: ¿una gran idea con restricciones?
A pesar de su tamaño imponente, el WindRunner presenta algunas consideraciones complejas. Su autonomía estimada llega a unos 2.000 km, suficiente para muchas rutas, pero limitante en operaciones transoceánicas. Además, requiere pistas largas y en buen estado, aunque no necesariamente pavimentadas. Su velocidad de crucero es moderada, alrededor de Mach 0.6.
¿Podría volar en Sudamérica?
Sudamérica presenta escenarios prometedores para el WindRunner: abundan los terrenos abiertos donde instalar parques eólicos, muchas veces lejos de redes de transporte terrestre. Sin embargo, existen desafíos: hay pocas pistas aptas para su aterrizaje; los centros logísticos están concentrados; y operar a gran escala requeriría inversiones en infraestructura adaptada.
¿Y ahora?
El WindRunner es una solución disruptiva en el transporte aeroespacial: permite llevar piezas tan grandes como plataformas enteras de turbina a sitios difíciles de alcanzar, acelerando la expansión de la energía eólica en áreas remotas. Su realización abriría nuevas posibilidades para energías limpias, pero su viabilidad en regiones como Sudamérica dependerá de un mayor desarrollo logístico y una integración con redes terrestres adaptadas.
El avión más largo del mundo en imágenes: así se verá el WindRunner







