Aunque es un objeto desconocido para muchas personas, se creó en el siglo XVIII y permitió incrementar los conocimientos sobre nuestro planeta.
La palabra y el aspecto de un cianómetro nos resulta extraño, porque es un objeto que está en desuso desde el cierre del siglo XIX. Sin embargo, en la época que se lanzó, permitió avanzar con numerosos estudios sobre la atmósfera de nuestro planeta.
Puntualmente, este artefacto apareció en 1790, por iniciativa de un experimentado escalador que deseaba registrar y averiguar por qué el cielo cambiaba de color a medida que ganaba altura en las montañas que recorría.
Así, se convirtió en su herramienta de aventuras durante el resto de su vida y hasta motivó a otros viajeros, que la utilizaron durante más de 70 años.
La creación del cianómetro se le atribuye al montañista suizo Horace Bénédict de Saussure, que diseñó el artefacto con 53 tiras de papel numeradas, que comienza en 0 (el tono más blanco posible) y finaliza en 52 (el más oscuro).
Debido a la escasa tecnología de la época, Saussure debió teñir cada hoja y lograr, sin errores, los tonos deseados. Solo así podría compararlo, a la perfección, con el color del cielo, durante sus expediciones.
Conforme con su inventó, Horace Bénédict de Saussure utilizó el cianómetro durante el resto de su vida. El profesional falleció a los 58 años, el 22 de enero de 1799, en Ginebra, Suiza.
Durante más de la mitad del siglo XIX, el instrumento continuó vigente y en gran parte por la pasión que despertó en Alexander von Humboldt: un polímata, geógrafo, astrónomo, humanista, naturalista y explorador prusiano, que vivió entre el 14 de septiembre de 1769 y el 6 de mayo de 1859.
Precisamente, pocos años después del fallecimiento de Humboldt, se descubrió que la verdadera causa del azul del cielo es la dispersión de la luz y, tras el hallazgo, el cianómetro perdió toda su popularidad.
Mediante registros históricos, se comprobó que Horace Bénédict de Saussure logró alcanzar los 39 grados de su cianómetro, desde el punto más alto del Mont Blanc, en los Alpes.
De todas formas, no es el valor más alto registrado con este tipo de instrumento. El récord lo consiguió Humboldt y fue de 46 grados. Esta comparación la logró en la cima del volcán Chimborazo, ubicado en Ecuador.
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