Cuando llega el 22 de septiembre, muchas personas se sorprenden al enterarse de que es el Día Mundial sin Auto. Se trata de una jornada que tiene un objetivo claro: reflexionar sobre el uso del transporte y su impacto en el planeta.
La presencia de más de 1.000 millones de vehículos motorizados en circulación genera un fuerte impacto ambiental, social y urbano. No solo aumenta la contaminación, sino que también afecta la seguridad vial y transforma la convivencia en los espacios públicos.
Para visibilizar estos problemas, la Unión Europea instauró oficialmente la efeméride en el año 2000, aunque antes ya se celebraba en lugares como Islandia, Francia y Reino Unido.
El origen del Día Mundial sin Auto

La primera experiencia de un día sin automóviles ocurrió en los años 70, como respuesta a la crisis del petróleo. Décadas más tarde, ciudades europeas retomaron la iniciativa para combatir la contaminación del aire y el ruido urbano.
En el año 2000, la Unión Europea institucionalizó la fecha del 22 de septiembre como el Día Mundial sin Auto, dentro de la Semana de la Movilidad Sustentable.
Mirá También

Autobús ferroviario, el curioso e histórico medio de transporte que aún circula en Europa
Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, alrededor del 28,9 % de todas las emisiones de gases de efecto invernadero provienen del transporte. Limitar el uso del automóvil particular por un día no resuelve el problema, pero ayuda a instalar un debate sobre cómo movernos de manera más amigable con el ambiente.
Alternativas de movilidad sustentable

El Día Mundial sin Auto también es una invitación a probar formas de transporte que favorezcan la calidad de vida en las ciudades. Entre las opciones más recomendadas se encuentran:
- Caminar: ideal para distancias cortas, promueve la salud y reduce la huella de carbono.
- Andar en bicicleta: un medio de transporte económico, rápido y libre de emisiones.
- Transporte público: permite trasladar a muchas personas en un mismo vehículo, disminuyendo la congestión y la contaminación.
Estas alternativas no solo benefician al ambiente, también favorecen el aprovechamiento del espacio público, reducen la cantidad de accidentes de tránsito y generan una mejor convivencia entre peatones, ciclistas y automovilistas.