En Argentina y en gran parte del mundo hablar de "elecciones" suele asociarse directamente con la democracia y con la jornada en la que los ciudadanos eligen a sus representantes. Pero la historia de esta palabra es mucho más antigua y rica.
Con el tiempo, su uso se amplió y se fue adaptando a distintos contextos sociales, políticos y culturales. Hoy, "elecciones" no solo nombra el acto de votar en comicios, sino que también refleja una de las capacidades más valiosas del ser humano: la de tomar decisiones.
El origen de la palabra "elecciones"

La raíz latina electio está ligada al verbo eligere, es decir, "escoger", "seleccionar" o "elegir". Desde la antigüedad, la palabra estuvo vinculada a la idea de tomar un camino u otro frente a distintas alternativas, sea en la vida política o en la vida de los individuos libres.
En el ámbito político, la adopción del término coincidió con la consolidación de los sistemas democráticos modernos. En ese marco, “elecciones” pasó a designar específicamente la práctica de votar, que se transformó en un derecho ciudadano y en uno de los pilares de la organización de los Estados modernos.
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¿Qué dice la RAE?
La Real Academia Española (RAE) reconoce al menos cuatro acepciones principales de la palabra, que abarcan diferentes situaciones:
- Acción y efecto de elegir, vinculada a la idea de decisión.
- Designación de una persona para un cargo o función.
- Libertad para obrar según la propia voluntad.
- Emisión de votos para elegir cargos políticos o de otra naturaleza.
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En cada una de estas acepciones aparecen también sinónimos que usamos en la vida cotidiana para referirnos a diferentes situaciones, como "opción", "nombramiento", "sufragio", "votación", "comicios" o "plebiscito".