El huevo es una de las materias primas más flexibles que existen. Además de ser la base para muchísimas comidas, tanto dulces como saladas, también se luce por sí mismo en diversos formatos: huevo duro, revuelto, poché, frito, pasado por agua, y más.
Cuando hablamos de la cocción del huevo duro, sabemos que la diferencia entre una yema sólida y una líquida es cuestión de minutos -e incluso segundos-. Detalles de este estilo no solo modifican la consistencia del huevo sino también la posición relativa de la clara y la yema dentro del cascarón.
¿Cómo hervir el huevo duro para que la yema quede centrada?
Para algunos platos, como los huevos rellenos, es fundamental que la yema quede ubicada en el centro, con la clara recubriéndola. Pero, ¿cómo asegurar su posición?
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La clave está en la temperatura del agua. Si el huevo es colocado en agua ya hirviendo, la yema queda prolija en el medio. Si por el contrario se lo coloca en agua fría, es decir, que todavía no hirvió, la yema cae hacia el costado.
La razón detrás del fenómeno
La posición de la yema en un huevo duro depende del proceso de cocción y cómo se distribuye el calor en el huevo.
Cuando se lo introduce en agua hirviendo, la clara se coagula rápidamente, lo que ayuda a estabilizar la yema en su posición central antes de que se mueva hacia alguno de los costados.
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Cuando el huevo se introduce en agua fría y luego se lleva a ebullición, el calentamiento es más gradual. Esto permite que la yema, que es más densa que la clara líquida inicial, se desplace hacia el borde del huevo antes de que las proteínas de la clara coagulen por completo. Cae la yema y deja de estar centrada en consecuencia.
