En las ciudades existen lugares que sirven como albergue y estructuras que permiten hacerle frente a un fenómeno natural extremo, como huracanes, fuertes lluvias o incendios. Cada vez más, hay temperaturas extremas y con la cercanía al verano, es necesario estar atento a las posibles olas de calor que pueda haber, ya que cada vez son más frecuentes debido al cambio climático. Para estos casos, las grandes aglomeraciones tienen refugios climáticos.
Las ciudades se ven especialmente afectadas debido al efecto denominado isla de calor urbano, que provoca una sensación más sofocante que en otros lugares más abiertos, debido a:
- Mayor presencia de asfalto,
- Falta de espacios verdes,
- La cantidad de vehículos que circulan,
- El efecto invernadero, provocado por la creciente contaminación.
Este concepto nació en los años 90, en Nueva York y Chicago. Allí se instalaron los primeros puntos de refrigeración.
¿Cómo funcionan los refugios climáticos?
Los refugios climáticos son espacios donde las personas pueden protegerse del calor durante el verano y del frío durante el invierno. La mayoría están abiertos todo el año, aunque algunos son ocasionales. Bibliotecas y centros comunitarios se encuentran a disposición para evitar que las personas estén expuestas a temperaturas extremas durante períodos prolongados de tiempo.
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Durante estos momentos, los que más deben cuidarse son las personas mayores, los más pequeños, habitantes de pocos recursos y personas con enfermedades crónicas.
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La Ciudad de Buenos Aires tiene una Red de refugios climáticos que se puede consultar online. A ellos se suman los puntos de hidratación y bebederos, con el objetivo de palear lo más posible las consecuencias de olas de calor, que cada vez alcanzan mayor temperatura y son más prolongadas.