Aunque pueda sorprender, y por más difícil que resulte pronunciar la palabra, el miedo al número trece tiene un nombre específico: la triscaidecafobia.
Lo cierto es que, a pesar de ser un tipo muy particular de miedo irracional, es algo que está extendido en muchas culturas porque tiene raíces históricas vinculadas a distintas religiones. Y hay una idea principal vinculada al miedo: se teme al número trece porque se lo asocia a la mala suerte.
Martes 13, viernes 13
En Latinoamérica, una de las frases más típicas en relación a los martes 13 es aquella que abuelas y abuelos repitieron hasta el cansancio: "No te cases ni te embarques, ni de tu casa te apartes". Por ello, ese día del calendario se recomendaba no tomar decisiones importantes en relación al amor o los negocios.
Sin embargo, la consideración de que ese día es de mal augurio se vincula con situaciones históricas, mitos o creencias religiosas. Las tres que tuvieron mayor importancia, y que "alimentaron" la triscaidecafobia, fueron:
- Los trece invitados de la Última Cena en la religión cristiana.
- Los trece espíritus malignos según la Cábala judía.
- El trece asociado al dios Loki, caótico y traicionero, de la mitología vikinga.
A estas creencias se sumó la mitología romana, que tenía como dios de la guerra a Marte. Para los romanos, tomar decisiones importantes amparados en esta deidad era sinónimo de conflicto y muerte. Así, cuando se combinaron esta tradición mitológica con el cristianismo, con el correr de los siglos el martes 13 quedó como el "día de la mala suerte".
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Sin embargo, en la cultura anglosajona y sobre todo en países como Estados Unidos, la triscaidecafobia tiene mayor arraigo en el propio número, al punto de que hay edificios sin departamento o piso 13. Otro ejemplo que sustenta el miedo es que la misión Apolo 13 de 1970 tuvo que cancelar su misión luego de una explosión en la nave lunar.
La triscaidecafobia, un fenómeno que no llega a todas las culturas
Para los mayas, por ejemplo, existían trece meses lunares, y no doce, como tiene el calendario por el que nos guiamos en la actualidad. Lo mismo creía, hace siglos y siglos, el pueblo hebreo.
Por ello, lo consideran un número de buen augurio. Con la teología medieval sucede algo parecido, ya que a los diez mandamientos se le sumarían tres por la Trinidad.
