A lo largo de los más de mil kilómetros de extensión que tiene el litoral atlántico bonaerense, hay balnearios tan alejados y solitarios que sorprenden. Lejos de las multitudinarias Mar del Plata, Pinamar o San Bernardo, hacia el sur de la provincia encontramos playas tan tranquilas como extensas. Es el caso por ejemplo de Pocitos y La chiquita. A éstas se le suma Los Ángeles, una localidad donde apenas viven veinte personas, ubicada a 30 kilómetros al sur de Necochea.
Una de sus particularidades es que en este lugar se combina el escenario marítimo con el rural porque es común ver pastar a las vacas y a los caballos en las dunas, con el mar como telón de fondo.
Se accede por un camino de tierra. Las casas se ubican recostadas sobre los grandes médanos. Prácticamente no hay señal ni de telefonía celular ni de internet. Y existe un único local donde comprar provisiones. Además, hay una escuela rural y una vieja hostería abandonada. Cada día los pescadores artesanales salen a alta mar y regresan por la tarde.
Las playas son muy amplias y hay una bahía que separa el sector balneario de un sector rocoso, donde se erige la denominada “cueva del tigre” un refugio natural que se formó por la erosión del mar y que, dicen, funcionó como escondite de un bandido rural al que apodaban el “Tigre de Quequén”.
Médano Blanco
Cerca de Los ángeles, a solo 7 kilómetros, se encuentra el Médano Blanco, la mayor duna de la costa atlántica que tiene cien metros sobre el nivel del mar. Se trata de un mirador natural que ofrece una enorme vista de 360º y es un de los médanos más altos de América Latina. Está rodeado de playas casi vírgenes, lagunas y arroyos.
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