El olor a lluvia fue una gran incógnita durante mucho tiempo. Probablemente este olor no siempre fue el mismo porque las condiciones naturales y atmosféricas cambiaron, pero desde 1964 existe un nombre específico para designarlo: petricor.
Las gotas de agua no tienen un olor en sí porque ni el oxígeno ni el hidrógeno lo tienen. Pero cuando caen sobre suelo seco, generalmente tierra, se inicia un proceso que, combinando ciertos factores, produce el particular aroma.
Petricor, ozono y geosmina: los ingredientes secretos
Durante siglos, tanto expertos en la naturaleza como simples curiosos se preguntaron qué era lo particular de olor a lluvia. Como sabemos, en muchos casos se percibe incluso antes de que caigan las primeras gotas. ¿Cómo es posible? Tres elementos que derivan del griego lo explican:
- El petricor, por supuesto, que se divide en dos: "petra" (piedra) e "ikhor" (conocido como el "líquido que fluía por las venas de los dioses").
- El ozono, que significa "tener o exhalar olor" (ozon).
- La geosmina, o "aroma de la tierra".
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Cuando las moléculas de nitrógeno y oxígeno se descomponen, se produce ozono. Este, al ser empujado por el viento que se genera a grandes alturas, se esparce en el ambiente y así podemos percibir su olor "a limpio".
Por su parte, la geosmina es una sustancia química que está presente en suelo seco. La producen algunas bacterias que, ante la falta de humedad, la liberan, quedando en el aire cercano a la tierra. A ella se suma el petricor, que está en la superficie de las rocas, en el suelo y en algunos aceites vegetales
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¿Cuándo empezamos a oler la lluvia? Las gotas de agua, al estallar en el suelo, crean pequeñísimas burbujas de aire que toman compuestos presentes en la tierra. Así, liberan esos compuestos al aire, "perfumando" el que respiramos.
