La música en la infancia es clave porque es un lenguaje universal que acompaña a las personas durante toda su vida. En la infancia, se convierte en un recurso vital para el desarrollo, la comunicación y la construcción de identidad cultural. La especialista Magdalena Fleitas, música, docente y escritora, comparte sus reflexiones sobre cómo este lenguaje puede enriquecer la vida familiar y escolar.
La música: un lenguaje que nos conecta desde la panza
Desde el latido del corazón hasta el arrullo de una canción de cuna, la música está presente desde la gestación. “Los chicos y las chicas están en contacto con la música desde la panza de la mamá”, explica Fleitas. Este pulso vital ayuda a encontrar equilibrio, a descubrir la propia voz y a resonar con la voz colectiva: la de la familia y la cultura.
Música en la infancia: un recurso para jugar, aprender y crecer
La música es también el lenguaje del juego. Los niños exploran con su voz, inventan onomatopeyas, cantan rondas y descubren el mundo a través del sonido. Para Fleitas, lo esencial es que las canciones transmitan identidad y emoción, más allá de su función didáctica.

“Queremos que los chicos canten canciones que porten significados, que despierten alegría, ternura o incluso tristeza, pero que siempre comuniquen algo verdadero”, señala.
¿Qué música compartir en casa?
No hay recetas universales: lo importante es compartir aquello que conmueve a los adultos. Si la madre disfruta una samba o el padre escucha rock nacional, esas experiencias también pueden transmitirse a los hijos. “La música es un alimento del alma, igual que la comida. Podemos dar algún ‘gustito chatarra’ de vez en cuando, pero en lo cotidiano necesitamos canciones que nutran, que construyan identidad”, advierte Fleitas.
Cantar aunque no sepas
Muchos adultos sienten que no pueden cantar porque alguna vez les dijeron que “desafinaban”. Para Fleitas, lo importante no es la perfección, sino la entrega. “Cantá como puedas en tu casa. No importa si es afinado o no, lo que vale es la presencia amorosa en ese momento compartido.” Los arrullos, canciones de cuna y rondas transmiten cobijo, alegría y pertenencia.
La escuela y la música en la infancia como experiencia compartida
En el aula, la música no se enseña como una técnica aislada, sino como una experiencia viva. Puede surgir de una canción popular, de un canto futbolero o de la memoria de los abuelos. Cada repertorio personal se transforma en patrimonio colectivo.
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“El primer paso es reconocer cuál es mi propio cancionero y compartirlo. La música se aprende igual que el juego: haciéndolo, viviéndolo, disfrutándolo”, resume Fleitas.
La música como herencia y construcción de identidad
Transmitir canciones familiares, recordar los juegos de palabras de la infancia o recuperar la poesía de María Elena Walsh son maneras de legar a los chicos una identidad cultural rica y diversa. Así, la música se vuelve un puente entre generaciones y un tesoro que acompaña durante toda la vida.

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Producción: Lucía Jauzat y Euhen Matarozzo.
Filmmakers: Candela Petech y Ramiro Palais.
Edición: Rocío Bustos y Candela Petech.