Por qué la educación musical es una gimnasia invisible para el cerebro infantil - Billiken
 

Por qué la educación musical es una gimnasia invisible para el cerebro infantil

Por qué la educación musical es una gimnasia invisible para el cerebro infantil
La educación musical no solo enseña a reconocer melodías o ritmos: también entrena el cerebro. Diversos estudios muestran que la música mejora la atención, la memoria y el lenguaje, y potencia el aprendizaje desde los primeros años. Por eso, la educación musical es una herramienta clave para el desarrollo infantil.

Aprender música desde chicos no solo enseña a reconocer ritmos o melodías: también entrena la mente. La educación musical fortalece la memoria, la atención y el lenguaje, y ayuda a desarrollar habilidades esenciales para el aprendizaje. Por eso, más que una materia artística, es una forma de gimnasia mental.

Un aprendizaje que se escucha… y se siente

Desde hace décadas, las clases de música en la escuela se valoran por su aporte artístico y cultural. Pero en los últimos años, la neurociencia empezó a mostrar algo más: aprender música modifica el cerebro.

Los especialistas explican que la educación musical estimula distintas áreas cerebrales al mismo tiempo —las que se activan con el sonido, el movimiento, el lenguaje y las emociones—. Esa combinación única mejora la concentración, la memoria auditiva y la coordinación.

Escuchar una melodía, seguir un ritmo con las palmas o tocar un instrumento exige atención, control y memoria de trabajo, tres habilidades que también son claves para el aprendizaje escolar.

Educación musical: un gimnasio para el cerebro infantil

Según estudios (citados aquí por el autor), el entrenamiento musical funciona como una especie de “gimnasia cerebral”. Las niñas y los niños que participan en programas musicales desarrollan una mayor conectividad entre los hemisferios cerebrales y mejoran su capacidad para procesar sonidos y palabras.

Además, practicar música fortalece la llamada memoria fonológica, que es fundamental para aprender a leer y escribir. Al distinguir notas, acentos y duraciones, los chicos afinan su oído y su percepción del lenguaje.

Por eso, muchas investigaciones sostienen que la educación musical temprana puede tener un impacto positivo en la comprensión lectora, el aprendizaje de idiomas y hasta en la resolución de problemas matemáticos.

La educación musical va más allá de tocar un instrumento

En la infancia, el contacto con la música puede adoptar múltiples formas: cantar canciones, improvisar sonidos, seguir un ritmo o moverse al compás. Todo eso es aprendizaje musical, incluso si no hay un instrumento de por medio.

La clave, según los especialistas, es la experiencia activa: participar, crear, jugar con los sonidos. De esa manera, el cerebro aprende a anticipar patrones, a reconocer estructuras y a coordinar cuerpo y mente.

Este tipo de experiencias también fortalecen la autoestima y la expresión emocional. En el aula, cantar o tocar en grupo fomenta la cooperación, la empatía y el respeto por los otros.

Un lenguaje universal que une mente y emoción

La música tiene la capacidad de conectar a las personas más allá de las palabras. En el cerebro, esa conexión se traduce en la activación simultánea de las áreas racionales y emocionales.

Por eso, las clases de música no solo estimulan el aprendizaje cognitivo, sino también el bienestar emocional. Tocando o cantando, los chicos aprenden a manejar la frustración, a esperar su turno y a disfrutar del proceso más que del resultado.

Según la UNESCO, incluir la educación musical en la escuela contribuye al desarrollo integral de la infancia: potencia la creatividad, la comunicación y la convivencia.

¿Por qué la educación musical debería tener más espacio en la escuela?

En muchos sistemas educativos, las materias artísticas suelen ocupar un lugar secundario frente a las llamadas “áreas troncales”. Sin embargo, la evidencia científica muestra que la música no compite con ellas: las complementa.

Aprender música no solo despierta la sensibilidad artística, sino que también mejora las habilidades necesarias para aprender cualquier otra materia. Es, literalmente, un entrenamiento invisible para el cerebro.

Por eso, impulsar la educación musical desde los primeros años es apostar a una enseñanza más integral, que combine emoción, pensamiento y creatividad.

Un futuro que suena mejor

Cada vez más escuelas en el mundo integran la música en sus proyectos educativos. Algunas lo hacen a través de coros o ensambles, otras mediante juegos rítmicos o talleres de percusión.

En todos los casos, el objetivo es el mismo: que los chicos aprendan a escuchar, a expresarse y a pensar con el cuerpo, el oído y el corazón.

La educación musical es, al mismo tiempo, una herramienta pedagógica y una forma de construir sensibilidad. Y eso, sin dudas, es un aprendizaje que queda para toda la vida.

En resumen: las 4 ideas clave de la nota

  • La educación musical estimula el cerebro infantil y mejora la atención, la memoria y el lenguaje.
  • Aprender música favorece la comprensión lectora y otras habilidades cognitivas.
  • No se trata solo de tocar instrumentos: cantar, moverse o crear sonidos también educa.
  • Incluir más música en la escuela ayuda al desarrollo integral y emocional de los niños.

Basado en una nota de The Conversation / Reproducido bajo el formato Creative Commons / Autor de la nota original: Paloma Bravo-Fuentes (Universidad de Málaga) / imagen: 123RF

Más Billiken

    Vínculo copiado al portapapeles.

    3/9

    Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipisicing elit.

    Ant Sig