El TDAH sí existe y no es una moda. Además, los padres no tienen la culpa, el diagnóstico (bien realizado) sí es fiable, no desaparece con el paso de los años y no solo afecta a varones... Debemos tener muy claro que mientras no sean personas adultas, la clave para que los niños mejoren la tienen los profesores y las familias.
El TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) es un trastorno muy conocido y diagnosticado hoy en día.
Como resultado del gran interés generado, pueden encontrarse diferentes posturas y argumentos que en muchas ocasiones se contradicen, generando también una serie de mitos que deberían ser desmentidos cuanto antes.
El TDAH sí existe y no es una moda. Además, los padres no tienen la culpa, el diagnóstico (bien realizado) sí es fiable, no desaparece con el paso de los años y no solo afecta a varones.
La primera vez que se definió el TDAH fue en el siglo XVIII, concretamente en el año 1798, cuando un médico escocés llamado Alexander Crichton alertó de la existencia de un trastorno que se presentaba en la infancia y que provocaba una notable falta de atención, inquietud y movilidad constante.
A pesar de que existen diferentes definiciones, el TDAH puede explicarse atendiendo a tres síntomas principales (los cuales pueden manifestarse en diferentes intensidades):
Dentro del TDAH pueden distinguirse diferentes modalidades. De hecho, en la propia sigla puede distinguirse el TDA (sin la H de hiperactividad) del TDAH (Déficit de Atención + Hiperactividad).
Estos alumnos, en general, pueden presentar dificultades en el rendimiento académico, en sus relaciones sociales, en el autocontrol emocional, en la autoestima y en el autoconcepto.
Deben tenerse en cuenta también otras cualidades positivas como, por ejemplo, una elevada creatividad, mucha energía, un cociente intelectual normal o elevado y una alta capacidad para poder hacer más cosas que el resto de sus compañeros.
Antes de enumerar las conductas más características de un niño con TDAH, es imprescindible tener en cuenta que estos rasgos, los cuales son observables más claramente a partir de los 6 años, deben estar presentes en diferentes contextos a la vez (en el hogar, en la escuela, en los lugares de ocio…).
Los rasgos más característicos del TDAH son los siguientes:
En relación al déficit de atención, podemos:
En relación con la hiperactividad:
En relación con la impulsividad:
Todo lo anterior puede ponerse en práctica perfectamente con cualquier niño en edad escolar, independientemente de la presencia o no del TDAH.
Es muy recomendable establecer rutinas diarias, tanto por parte del profesorado como de las familias. Una estructuración del ambiente va a ser muy positiva: horarios claros, normas fijas, buenos hábitos…
Se debe también trabajar el autocontrol, así como el aprendizaje de técnicas de relajación.
La principal recomendación para un padre o madre que tenga un hijo diagnosticado con TDAH es que se involucre y que lea mucho al respecto, para así poder entender con claridad de qué manera afecta este trastorno a su hijo. La comunicación constante familia–escuela también resulta primordial.
Debemos tener muy claro que mientras no sean personas adultas, la clave para que mejoren la tenemos nosotros (profesores y familias), no ellos.
(c) The Conversation / Adrián Santos López (Universidade de Vigo) / imagen: 123RF
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