Pasado el tiempo de la colonia y los primeros años independientes, la sociedad argentina miraba a los chicos y pensaba cómo, dónde y de qué manera educarlos. Una escuela argentina de mediados del siglo XIX era muy diferente a una actual, pero lo esencial del mobiliario ya estaba establecido: los pupitres, el pizarrón y la tiza.
Los pupitres individuales, adaptados al cuerpo del niño, empezaron a usarse a fines de la década de 1850. Venían con el asiento y la mesa ya incorporados, ambos de madera, sobre una estructura metálica. Se clavaban al piso por hileras y no se podían mover.
En ese entonces todavía no existían los guardapolvos. Los alumnos debían asistir a clase con ropa de calle y bien higienizados. El uso del guardapolvo se instituyó recién a comienzos del siglo XX.
Los métodos de enseñanza y de disciplina, por otra parte, eran muy distintos a los actuales. Quien se portaba mal, por ejemplo, recibía un tirón de pelo o un golpe en los dedos de la mano con una palmeta.
La Escuela de Catedral al Norte, la primera escuela argentina
El primer edificio construido en Argentina para servir exclusivamente como sitio de enseñanza fue la Escuela de Catedral al Norte, hoy ubicada en la calle Reconquista 461, en Buenos Aires. Fue inaugurada por Domingo F. Sarmiento en 1860. Tenía tres patios consecutivos, donde los chicos podían distraerse después de las clases. Era toda una novedad, ya que hasta entonces se enseñaba en cuartos cerrados.
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