Tokelau es un conjunto de tres pequeños atolones —Atafu, Nukunonu y Fakaofo— que se ubican en medio del océano Pacífico, a más de 500 kilómetros al norte de Samoa. Aunque muchas personas lo confunden con un país independiente, en realidad es un territorio dependiente de Nueva Zelanda.
Con una superficie terrestre de apenas 12 km², Tokelau es uno de los lugares con población permanente más aislados del planeta. Sus playas de arena blanca, aguas cristalinas y abundante vida marina forman parte de su encanto, junto con una cultura polinesia que se mantiene prácticamente intacta gracias a su lejanía del turismo masivo.
¿Cómo se puede visitar Tokelau?
Llegar a Tokelau es toda una aventura. No cuenta con aeropuertos, por lo que el único acceso posible es en barco desde Samoa. El viaje dura entre 24 y 36 horas, y los servicios no son diarios, lo que lo convierte en un destino reservado para viajeros muy planificados.
Quienes se animan a este trayecto se encuentran con playas desiertas, lagunas protegidas y arrecifes ideales para practicar snorkel o buceo. La infraestructura turística es limitada, con alojamientos familiares y pequeños hospedajes, lo que garantiza una experiencia auténtica y en contacto directo con los habitantes locales.
Historia y maravillas de sus playas
La historia de Tokelau está ligada a la navegación polinesia y a los intercambios culturales que ocurrieron siglos atrás entre islas del Pacífico. En el siglo XIX estuvo bajo administración de Reino Unido y, más tarde, pasó a depender de Nueva Zelanda, situación que se mantiene hasta hoy.
Sus playas, de aspecto casi irreal, se extienden junto a palmeras y aguas turquesas que parecen pintadas. La pesca, la recolección de cocos y las danzas tradicionales forman parte de la vida diaria. Este entorno natural, sin contaminación y alejado del bullicio urbano, ha convertido a Tokelau en un ejemplo de sostenibilidad, ya que utiliza casi en su totalidad energías renovables para abastecerse.
Visitar Tokelau es descubrir uno de los rincones más puros y menos explorados del planeta, donde la hospitalidad de su gente y la belleza de sus paisajes dejan huella en cada viajero.
