Múrmansk está ubicada en el extremo noroeste de Rusia, a orillas del mar de Barents, y es la ciudad más grande del mundo situada dentro del círculo polar ártico. Su fundación data de 1916, cuando el Imperio Ruso necesitaba un puerto libre de hielo para mantener el comercio y el suministro durante la Primera Guerra Mundial.
Hoy, Múrmansk cuenta con una población cercana a los 270.000 habitantes, lo que la convierte en un verdadero centro urbano en una región donde predominan pequeñas aldeas y estaciones científicas.
Su puerto, que permanece operativo todo el año gracias a la corriente cálida del Atlántico Norte, es clave para la pesca, el transporte de minerales y la flota de rompehielos nucleares que navega en el Ártico.
Historia y desarrollo en medio del frío
La ciudad tuvo un papel decisivo durante la Segunda Guerra Mundial. Por su puerto llegaban suministros vitales para la Unión Soviética desde los Aliados, en peligrosas rutas marítimas que atravesaban aguas heladas y amenazadas por submarinos enemigos. Por este motivo, Múrmansk fue condecorada como “Ciudad Héroe” en 1985.
En invierno, las temperaturas pueden descender a -30 °C y, durante varias semanas, el sol no se asoma en el horizonte, fenómeno conocido como noche polar. En contraste, el verano ofrece jornadas de luz continua con el sol de medianoche, una experiencia que atrae a visitantes curiosos.
Atractivos para visitar en Múrmansk
A pesar de su clima extremo, Múrmansk ofrece paisajes únicos y atracciones que no se encuentran en otros lugares del mundo:
- Monumento a Alyosha: una imponente estatua de 35 metros dedicada a los defensores soviéticos del Ártico durante la Segunda Guerra Mundial.
- Museo Regional de Múrmansk: con colecciones sobre la historia local, la vida en el Ártico y la fauna polar.
- Rompehielos Lenin: el primer rompehielos nuclear del mundo, hoy convertido en museo flotante.
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Cómo llegar y qué esperar de Múrmansk
Múrmansk está conectada con Moscú y San Petersburgo mediante vuelos regulares y trenes. Si bien el viaje es largo, la experiencia de llegar a una ciudad tan al norte, rodeada de tundra y montañas bajas, es única.
El turismo se concentra en la observación de auroras boreales, excursiones en trineo tirado por perros y la visita a pueblos saami, donde se preserva la cultura indígena del Ártico.
