La caída de la natalidad es un fenómeno que atraviesa al mundo entero. En Europa, la tasa de nacimientos se encuentra en niveles históricos bajos: en 2023 la Unión Europea registró apenas 3,88 millones de bebés, la cifra más baja en décadas. Sin embargo, Francia aparece como una excepción relativa. Aunque también enfrenta una baja sostenida, lo hace en menor medida que otros países del continente.
El caso francés frente a la crisis europea
Mientras que la mayoría de las naciones europeas muestran índices preocupantes, Francia mantiene una tasa de fertilidad de 1,7 hijos por mujer, por encima del promedio de la Unión Europea, que se sitúa en 1,46. En comparación, Italia, España y Grecia están entre los países más afectados, con valores cercanos a 1,2.
La razón de esta diferencia está ligada a un fuerte entramado de políticas públicas. Desde mediados del siglo XX, Francia implementó un sistema de apoyo a las familias que incluye guarderías accesibles, beneficios económicos por hijo y licencias parentales compartidas. De esta manera, la decisión de tener hijos no recae únicamente sobre la situación económica inmediata de las familias, sino que se encuentra respaldada por el Estado.
Natalidad en Francia: políticas y factores culturales
El caso francés no solo responde a políticas económicas, sino también a cuestiones culturales. A diferencia de otros países europeos, en Francia la maternidad y la paternidad están más integradas en la vida laboral. Las medidas estatales de conciliación entre trabajo y familia fueron clave para que las mujeres no deban elegir entre su carrera profesional y la maternidad.
Algunos elementos que ayudan a entender este fenómeno son:
- En 2023, Francia registró una tasa de natalidad de 1,7 hijos por mujer, frente al 1,46 de la UE.
- El país ofrece ayudas económicas como la “prestación familiar” que crece con cada hijo.
- Guarderías y jardines maternales subsidiados permiten que los padres puedan continuar trabajando.
Aun así, la situación no está exenta de dificultades. En enero de 2024, el Instituto Nacional de Estadística y de Estudios Económicos (INSEE) confirmó que Francia tuvo su menor cantidad de nacimientos desde la Segunda Guerra Mundial, con 678.000 bebés. La tendencia es descendente, aunque menos abrupta que la del resto de Europa.
Un desafío que trasciende fronteras
La baja en la natalidad no es solo un problema europeo: países como Japón, Corea del Sur y Estados Unidos también enfrentan un escenario de reemplazo generacional en riesgo. En este contexto, Francia aparece como un modelo de referencia que, con sus propias tensiones, logró sostener un nivel de nacimientos superior al de sus vecinos.
La pregunta que queda abierta es cuánto tiempo podrá mantener esa diferencia y qué medidas serán necesarias para enfrentar una crisis que, más allá de fronteras, es global.
