El 15 de enero de 1965, a las 5:59 de la mañana, ocurrió algo inédito en el noreste de la actual Kazajistán. En cuestión de segundos, una explosión atómica realizada por la Unión Soviética levantó una nube de polvo y formó un cráter gigantesco que pronto se llenó con agua del río Chagán. Así nació el “lago atómico”.
Aquella prueba fue apenas una más de las 468 detonaciones realizadas en el Polígono de Semipalátinsk entre 1949 y 1989. En total, concentraron el 64% de los ensayos nucleares de la Unión Soviética y liberaron una energía equivalente a 2.500 bombas como la que Estados Unidos había lanzado sobre Hiroshima.
El polígono cerró oficialmente en 1991, pero su impacto sigue siendo visible: la región está altamente contaminada y el agua del lago no es apta para el consumo humano, así como tampoco para la vida circundante.
La Unión Soviética y la carrera nuclear contra Estados Unidos
La historia del Polígono de Semipalátinsk no puede entenderse sin la Guerra Fría. Estados Unidos había detonado su primera bomba nuclear en julio de 1945, en la prueba Trinity, y semanas después utilizó armas atómicas en Hiroshima y Nagasaki.
Stalin no quería quedarse afuera de la carrera, y por eso ordenó acelerar el desarrollo de armas nucleares, para lo cual al físico Igor Kurchatov al frente de la investigación. El desafío no era solo científico, sino también logístico: necesitaban un territorio inmenso, aislado y bien comunicado para llevar adelante los experimentos.
El lugar elegido fue el noreste de la República Soviética Kazajistán, un área plana, rodeada de montañas, con baja densidad poblacional y acceso estratégico por aire, ferrocarril y carreteras. Además, estaba más cerca de Moscú en comparación a Siberia.
Un polígono del tamaño de Israel
El Polígono de Semipalátinsk tenía un área de 18.500 kilómetros cuadrados, apenas más pequeño que Israel. Las pruebas se controlaban desde la ciudad de Kurchátov, que recibió ese nombre por el físico encargado del proyecto. En el polígono, la Unión Soviética realizó distintos tipos de ensayos:
- Pruebas atmosféricas, que liberaban grandes cantidades de radiación al ambiente.
- Pruebas subterráneas, pensadas para contener parte de la energía y reducir la contaminación.
- Explosiones como la del lago Chagán.
Se estima que más de un millón de personas estuvieron expuestas de manera directa o indirecta a la radiación liberada en estas detonaciones. Muchas comunidades cercanas sufrieron enfermedades vinculadas a la contaminación, y aún hoy los niveles de radiación en la zona son peligrosamente altos.
La Unión Soviética y el legado del lago atómico
Aunque el “lago atómico” de Chagán fue presentado como un triunfo científico, sus consecuencias fueron dramáticas. La radiación impregnó el agua y el suelo, y los especialistas coinciden en que no es seguro para ningún uso humano o animal.
Kazajistán decidió clausurar el sitio el 29 de agosto de 1991, poco después de declarar su independencia tras la disolución de la Unión Soviética. Esa fecha fue promovida por el país como Día Internacional contra los Ensayos Nucleares, adoptado luego por la ONU para concientizar sobre los riesgos de estas prácticas.