Domingo Faustino Sarmiento es una de las figuras más influyentes de la historia argentina. Conocido por su rol como educador, político y presidente de la Nación, también vivió una vida privada
llena de pasiones, distancias y contradicciones. Uno de sus vínculos más importantes fue con Benita Martínez Pastoriza, una mujer fuerte que dejó su huella en la historia como esposa y compañera de uno de los próceres más recordados del país.
La historia de Sarmiento y Martínez Pastoriza comenzó en Chile, durante el exilio del sanjuanino. Ambos eran viudos y encontraron en el otro una compañía que, aunque marcada por la tensión, logró sostenerse a lo largo de los años. Se casaron el 19 de mayo de 1848 en Santiago de Chile, y desde ese momento, Benita no solo compartió la vida con él, sino que también lo acompañó en sus misiones diplomáticas, intelectuales y políticas.
Sarmiento y Martínez Pastoriza: un vínculo intenso y complejo
Benita Martínez Pastoriza nació en Uruguay, pero vivió gran parte de su vida en Chile. Antes de casarse con Sarmiento, había enviudado del empresario Domingo Castro y Calvo, con quien tuvo un hijo: Domingo Fidel Sarmiento, también conocido como Dominguito. Sarmiento adoptó legalmente al niño y lo crió como propio. Dominguito fue uno de los grandes afectos de su vida, y su muerte en la Guerra del Paraguay marcó profundamente al expresidente, quien escribió en su honor el libro Vida de Dominguito.
Además de Dominguito, Sarmiento también tuvo una hija biológica llamada Ana Faustina Sarmiento, nacida en 1832 en Chile. Fue fruto de una relación anterior con una mujer llamada María Jesús del Canto. Aunque no fue criada por él, Sarmiento mantuvo contacto con Ana a lo largo de su vida, la reconoció como su hija y le brindó apoyo económico y emocional. Ella también fue una figura importante en su vida personal, aunque permaneció fuera del foco público que sí tuvo Dominguito.
Aunque el amor entre Sarmiento y Benita fue real, también fue conflictivo. El carácter impulsivo y absorbente del prócer se enfrentó con la personalidad firme de Benita. Además, las múltiples ausencias de Sarmiento por viajes diplomáticos o responsabilidades de gobierno complicaron la convivencia. Finalmente, se separaron de hecho, pero nunca se divorciaron oficialmente.
La familia y el legado
A lo largo de los años, Benita mantuvo una presencia activa en la vida pública y privada de Sarmiento. Fue quien recibió a personalidades importantes en su casa de Chile y quien sostuvo la crianza de Dominguito durante las largas ausencias del político argentino. A pesar de las diferencias y los caminos separados, la historia de Sarmiento y Martínez Pastoriza sigue siendo una parte importante del relato íntimo del prócer.
Ambos compartieron:
- Una vida marcada por el exilio y la política.
- La crianza de Dominguito, símbolo del amor y la tragedia familiar.
- Un vínculo que desafiaba las convenciones sociales de la época.
Un amor de su tiempo
La relación entre Domingo Faustino Sarmiento y Benita Martínez Pastoriza no fue una historia perfecta, pero sí profundamente humana. Entre cartas, viajes y desencuentros, supieron construir una familia y dejar un testimonio que permite conocer otra faceta del hombre detrás del prócer.