Juana Azurduy y Manuel Ascensio Padilla no solo compartieron una vida juntos: compartieron ideales, batallas y un profundo amor que resistió las pruebas de la guerra y el tiempo. Su historia no es solo la de una pareja, sino la de dos revolucionarios que pelearon codo a codo por la independencia del Alto Perú, actual Bolivia, a comienzos del siglo XIX.
Ella, mestiza, valiente y decidida. Él, abogado y militar criollo, comprometido con la causa revolucionaria. Se conocieron cuando Juana tenía apenas 17 años y al poco tiempo se casaron. Desde entonces, sus caminos quedaron entrelazados en lo personal y lo político.
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Tres datos clave sobre Azurduy y Padilla
- Año de casamiento: 1805.
- Reconocimiento militar: en 1816, Juana Azurduy fue ascendida a Tenienta Coronela por Belgrano.
- Hijos: tuvieron cinco hijos, pero solo uno sobrevivió.
Quiénes fueron Juana y Padilla
Juana Azurduy nació el 12 de julio de 1780 en Chuquisaca (hoy Sucre, Bolivia). Desde joven demostró su carácter fuerte y su espíritu libre: se formó con los franciscanos, aprendió quechua y aimara, y cuestionó las estructuras coloniales de su época. Con el tiempo, se convirtió en una de las figuras más destacadas de las guerras de independencia del Alto Perú, liderando ejércitos y organizando milicias.

Manuel Ascensio Padilla, por su parte, nació en 1774 en la misma región. Fue abogado, pero su pasión por la libertad lo llevó a abandonar los escritorios para alzarse en armas contra los realistas. Cuando conoció a Juana, no solo se enamoró de ella, sino que reconoció en ella a una compañera de lucha.
Juntos formaron un ejército de más de 10.000 personas, mayormente indígenas y campesinos. Azurduy fue nombrada Tenienta Coronela por el propio Manuel Belgrano y se destacó por liderar cargas de caballería en las montañas y por liberar territorios enteros.
Una pareja marcada por la guerra
Durante más de 15 años, Azurduy y Padilla pelearon en las guerras de la independencia. Tuvieron cinco hijos, aunque lamentablemente perdieron a cuatro de ellos en medio de las campañas militares. Aun así, continuaron juntos en la lucha, sin abandonar sus ideales.
En 1816, mientras intentaban liberar la ciudad de Chuquisaca, Padilla fue capturado por las tropas realistas. Juana, embarazada de su último hijo, intentó salvarlo, pero no llegó a tiempo. Manuel fue decapitado y su cabeza expuesta como advertencia. Este fue uno de los golpes más duros que recibió Azurduy, aunque no abandonó la causa y siguió combatiendo durante algunos años más.
La historia de esta pareja es la de un amor que se forjó entre la pólvora y la pasión por la libertad. Su compromiso dejó huellas no solo en la historia de Bolivia, sino también en la de toda Sudamérica.