Bernardo O’Higgins, uno de los principales líderes de la independencia de Chile, tuvo una vida política intensa. Pero, al margen de sus batallas militares y decisiones de Estado, también vivió un amor inolvidable con Rosario Puga, una joven perteneciente a una familia influyente de Santiago. La historia entre O’Higgins y Puga comenzó hacia 1817, cuando él era Director Supremo del país.
Rosario, cuyo nombre completo era María del Rosario Melchora Puga y Vidaurre, tenía 18 años cuando conoció a O’Higgins, 23 años mayor. A pesar de las diferencias de edad y del contexto político complejo, iniciaron una relación que generó polémica en los círculos sociales de la época.
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Datos clave sobre O’Higgins y Puga:
- O’Higgins se exilió en Perú en 1823 y se llevó a su hijo con él.
- Estuvieron juntos entre 1817 y 1820.
- Tuvieron un hijo: Pedro Demetrio O’Higgins Puga, nacido en 1818.
O’Higgins y Puga: amor, escándalo y un hijo
El vínculo entre O’Higgins y Puga no fue fácil. Aunque estuvieron juntos entre 1817 y 1820, nunca se casaron. La relación fue duramente criticada por sectores conservadores, que veían con malos ojos que el máximo gobernante mantuviera un romance con una mujer soltera. Aun así, Rosario quedó embarazada y, en 1818, nació su hijo: Pedro Demetrio O’Higgins Puga.
Bernardo reconoció a Pedro como su hijo legítimo y, tras su exilio en Perú en 1823, se lo llevó consigo. Desde entonces, el niño fue criado lejos de su madre, quien quedó profundamente dolida por la separación. A lo largo de su vida, Rosario intentó recuperar la relación con su hijo, pero nunca lo logró del todo.

Pedro Demetrio, por su parte, se educó en Europa y tuvo una carrera política y diplomática. Aunque mantuvo el apellido de su padre, también fue conocido como “el hijo de Rosario Puga”, una figura que con el tiempo se transformó en símbolo de las mujeres olvidadas por la historia.
Un legado que perdura
La historia de O’Higgins y Puga es mucho más que un romance. Refleja los conflictos de una época en la que el amor, la política y las expectativas sociales se entrelazaban. Mientras Bernardo pasaba a la historia como prócer, Rosario fue durante años una figura secundaria, pese a su importancia. En los últimos años, historiadores y archivos nacionales han trabajado para reivindicar su rol, rescatando su voz en los relatos oficiales.