Se inauguró en 1855, el “padre del aula” la recibió como un regalo cinco años después y la conservó durante tres décadas. Hoy es un museo y biblioteca.
Una de las construcciones más famosas de las que se conservan en el pintoresco Delta del Paraná, dentro de la localidad bonaerense de Tigre, es la Casa Museo Sarmiento.
Al pasear por el río que lleva el apellido del “padre del aula”, la vivienda sorprende rápidamente por la enorme estructura rectangular que la protege. Pero, al mismo tiempo, también resalta por su diseño tan particular.
Esta construcción se encuentra en pie desde 1855. Es decir, cinco años antes que Domingo Faustino Sarmiento la reciba como un regalo de un amigo cercano. El prócer la conservó durante tres décadas. Y, luego de su fallecimiento, la propiedad cambió de aspecto en varias oportunidades, hasta convertirse en el museo que es actualmente.
En los registros más antiguos, figura que el primer dueño del terreno donde hoy se encuentra la Casa Museo Sarmiento, y quién decidió construir una pequeña vivienda en el lugar, fue el estanciero Federico Álvarez de Toledo Bedoya.
Por cuestiones ideológicas y experiencias de vida compartidas, Bedoya conoció y creó una gran amistad con Domingo Faustino Sarmiento. Es por eso que en 1860 le regaló esta famosa casa del Tigre.
Como se aprecia en la actualidad, la vivienda no es muy grande, ya que tiene algunas salas en planta baja y una sola habitación en planta alta, donde sus propietarios podían descansar.
Sarmiento conservó el lugar durante aproximadamente 30 años. Allí, además de participar en diversos trabajos realizados en el Delta, también dedicó gran parte de su tiempo a la lectura y a la escritura.
Ni bien recibió el regalo, Sarmiento decidió llamar “Prócida” a su nueva casa, en relación a una isla de Europa que se encuentra frente a la ciudad de Nápoles, al sur de Italia.
Pero este no fue el único nombre, de procedencia italiana, que el prócer le colocó a un sector de la propiedad. Al mismo tiempo, llamó “Rialto” a un puente de esta propiedad. Es decir, de la misma manera que el famoso cruce elevado de Venecia.
Tras el fallecimiento de Domingo Faustino Sarmiento, el 11 de septiembre de 1888, la casa del Delta quedó en manos de Carlos Delcasse, que rápidamente la donó a la “Sociedad Protectora de Niños, Pájaros y Plantas”. ¿El objetivo? Que allí se construya una escuela.
El plan funcionó. Esta pequeña estructura de madera y techo de tejas se transformó en una institución educativa, que funcionó hasta 1928, cuando cerró por falta de alumnos.
Tras este suceso, el Consejo Nacional de Educación decidió convertirla en un museo y en 1932 cederla al Club de Empleados del Consejo de Educación, que permaneció en el lugar hasta 1996.
En ese mismo año se la declaró Monumento Histórico Nacional y se entregó su custodia a la Municipalidad de Tigre, que rápidamente instaló el cristal ya mencionado para protegerla.
Hoy, la Casa Museo Sarmiento se conserva en perfecto estado, como museo y biblioteca, y se puede visitar de miércoles a domingos, entre las 10.30 y las 18 horas.
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