Ubicado al oeste de Rosario, Fisherton es uno de los barrios más tradicionales y pintorescos de la ciudad. Su origen está profundamente ligado a la expansión del ferrocarril y a la influencia de inmigrantes británicos, que dejaron una huella visible en su arquitectura, costumbres y trazado urbano.
El barrio nació oficialmente en 1888, cuando se inauguró la estación del Ferrocarril Central Argentino, una de las más importantes del país en aquella época. El nombre “Fisherton” proviene de William Fisherton, un inglés que fue parte del directorio de la empresa ferroviaria y que colaboró en el diseño y desarrollo de esta zona como lugar residencial para empleados jerárquicos del ferrocarril.
Desde sus inicios, Fisherton se distinguió por su planificación, sus casas estilo inglés rodeadas de jardines, y sus calles tranquilas. En poco tiempo, el barrio se convirtió en una pequeña colonia británica en el corazón de Rosario.
Tres datos clave sobre el barrio:
- Año de fundación: 1888.
- Origen del nombre: William Fisherton, directivo del Ferrocarril Central Argentino.
- Sitios destacados: Estación Fisherton, Iglesia San Bartolomé, Club Fisherton.
Fisherton, entre la historia y la vida social rosarina
Con el paso de los años, Fisherton fue creciendo y transformándose, pero sin perder su esencia. A principios del siglo XX se construyeron importantes clubes, iglesias y centros educativos que ayudaron a consolidar su identidad. Uno de los lugares más emblemáticos es el Club Fisherton, fundado en 1921, que hasta el día de hoy funciona como espacio de encuentro deportivo y social.
También se destaca la Iglesia Anglicana de San Bartolomé, de estilo neogótico, ubicada cerca de la antigua estación ferroviaria, y que remite directamente al legado inglés del barrio. Muchas de las casonas construidas a comienzos del siglo XX todavía se conservan y hoy son parte del Circuito Fisherton, una propuesta turística que permite conocer la historia local a través de un recorrido autoguiado.
El barrio también es conocido por sus espacios verdes y por contar con algunos de los colegios más tradicionales de Rosario. En los últimos años, ha vivido un crecimiento urbano importante, con nuevas construcciones y centros comerciales, pero sin perder su aire residencial y su memoria histórica.
Una identidad que se mantiene viva
Hoy, más de 130 años después de su fundación, continúa siendo uno de los barrios más valorados de Rosario. Su mezcla de tradición, historia y modernidad lo convierte en un lugar único, que sigue despertando la curiosidad de rosarinos y visitantes.
