En la ciudad de Buenos Aires hay alrededor de 70 bares notables, cafés históricos que han sido parte importante de la historia del país. Por algunos de ellos han pasado referentes de la cultura y de la política y muchos constituyeron importantes espacios de socialización. A continuación, presentamos algunos de los bares notables más emblemáticos.
Café Tortoni, el más antiguo
El Tortoni es el café más antiguo de la ciudad aun en funcionamiento. Ubicado en el barrio de Monserrat, en Avenida de Mayo 825, fue fundado en 1858. El primer propietario fue un inmigrante francés cuyo apellido era Touan, quien lo bautizó como “Tortoni” en honor a un célebre café parisino. La fachada fue obra del arquitecto Alejandro Christophersen y se realizó en 1898.
Su primer edificio estuvo en la calle Defensa al 200, donde se mantuvo durante veinte años. Luego pasó a Rivadavia al 800 y, hacia 1880, con la construcción de la primera avenida de la ciudad, el café se tuvo que trasladar. Desde entonces, ocupa su lugar actual en el 825 de Avenida de Mayo.
Por sus mesas han pasado grandes artistas de todo el mundo. Entre otros, se pueden mencionar los escritores Jorge Luis Borges, Luigi Pirandello, Federico García Lorca y Julio Cortázar, así como los músicos Arthur Rubinstein y el mítico Carlos Gardel, quien siempre tenía una mesa reservada para él lejos de la vista de los visitantes.
Entre 1926 y 1943 funcionó, en el subsuelo del bar, la famosa Peña del Tortoni, donde personalidades de la política, la cultura y el arte se juntaban a leer, cantar e intercambiar ideas. Este evento fue creado por el pinto Benito Quinquela Martín y llegó a ser un clásico de la vida intelectual porteña. Así, pasaron Baldomero Fernández Moreno, Alfonsina Storni, José Ortega y Gasset, Lola Membrives y Leopoldo Marechal.
Café de los Angelitos, el elegido por Carlos Gardel
El Café de Los Angelitos es famoso por haber sido frecuentado por el zorzal criollo. Ubicado en la esquina de Rivadavia y Rincón, es uno de los bares más tradicionales.
Se inauguró en 1980 gracias al trabajo del inmigrante italiano Bautisto Fazio. Originalmente se llamaba "Bar Rivadavia" y con el paso del tiempo cambió de nombre. Irónicamente, los vecinos del barrio comenzaron a llamarlo el bar de “los angelitos” porque el lugar era frecuentado por rufianes y buscapleitos que solían pelearse puertas adentro. Por esa época, esta zona de la Ciudad de Buenos Aires estaba habitada por sectores populares y se convirtió en un punto de reunión de “compadritos”.
Más tarde, comenzaron a llegar al café muchos políticos que trabajaban en el Congreso debido a la cercanía. También concurrían escritores, músicos y pensadores de la época. Por sus mesas pasaron músicos de la talla de Osvaldo Pugliese, Cátulo Castillo y Aníbal Troilo, entre otros.
Carlos Gardel era habitué del bar y además lo eligió para firmar un contrato discográfico. A partir de 1912 el zorzal criollo estableció su barra en el café cuando formó el dúo con José Razzano, quien compuso un tango titulado precisamente “Café de los angelitos”. En una de sus estrofas dice: “¡Café de los Angelitos! / ¡Bar de Gabino y Cazón! / Yo te alegré con mis gritos en los tiempos de Carlitos, por Rivadavia y Rincón”.
Café Margot, el visitado por Juan Domingo Perón
Desde 1904 en el barrio de Boedo, el Café Margot alberga todavía hoy el espíritu bohemio que lo caracterizó. Ubicado en la esquina de Boedo y San Ignacio, tiene el estilo tradicional de comienzos del siglo XX. Anteriormente se llamó Confitería Trianón, que luego se mudó a un local cercano, y el Margot adquirió el nombre actual en 1994.
El Café Margot fue lugar de encuentro de figuras legendarias o emblemáticas como el diputado Alfredo Palacios; los escritores Gustavo Riccio y Raúl González Tuñón; el “Mono” Gatica; uno de los boxeadores más importantes del país; el gran goleador, José Francisco Sanfilippo; el escritor Isidoro Blaisten, y Oscar “Ringo” Bonavena, verdadera leyenda de nuestro box.
Uno de los elementos destacados de la carta de este bar es el sándwich de pavita al escabeche que se elaboraba con la receta original de los propietarios de la década de 1940, Doña María y Don Gabino Torres. Al respecto, hay una anécdota que resalta el prestigio del café. En los años 50 Juan Domingo Perón circulaba por la avenida Independencia y, en determinado momento, le pidió a su comitiva que doblen por Boedo. Se bajó en la esquina de la calle San Ignacio y entró al bar para probar el famoso sándwich.
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