El 25 de enero de 1915 se realizaba la primera llamada telefónica transcontinental entre dos puntas de los Estados Unidos: las ciudades de Nueva York y San Francisco. Así se cubría una distancia de 5.471 kilómetros. Fue un hito que inició la era moderna de las telecomunicaciones.
El emisor de la llamada fue Alexander Graham Bell y el receptor fue su ayudante Thomas Watson. Las primeras palabras transmitidas fueron: “¿Señor Watson, está ahí? ¿Me oye?”. Treinta y nueve años antes, en 1876, estos mismos interlocutores fueron los protagonistas también de la primera llamada telefónica de la historia.
Para esta iniciativa fueron necesarios 130 mil postes telefónicos y 2.500 toneladas métricas de cable de cobre. El servicio comercial de telefonía comenzó un año después, en 1916.
En un principio, mantener una conversación telefónica era una tarea ardua. Debía ser en distancias cortas y mediante cable tendido. Para que los interlocutores se oyeran había que gritar. Más tarde, se hicieron varias mejoras, como la introducción del micrófono de carbón, patentado por Edison.
Alexander Graham Bell y la polémica por la patente del teléfono
Alexander Graham Bell nació en 1847 en el Reino Unido. En 1864 comenzó a estudiar el sonido y, por distintas circunstancias familiares, viajó luego a Canadá, primero y después a Boston, donde se instaló. Allí orientó su actividad a dar a conocer el sistema de aprendizaje para sordos ideado por su padre, cuyos resultados le valieron una incipiente reputación.
Hacia la mediados de la década de 1860, Bell diseñó un aparato para interconvertir el sonido en impulsos eléctricos, denominado teléfono, que fue inscrito en el registro de patentes estadounidense en 1876. Sin embargo, el teléfono ya había sido creado por Elisha Gray, un inventor estadounidense que el 14 de febrero de 1876 presentó en la Oficina de Patentes un nuevo aparato, el teléfono, que transmitía la voz humana a través del hilo telegráfico. Pero lo hizo dos horas después que Alexander Graham Bell hiciera lo propio con otro aparato muy parecido. A partir de acá Gray reclamaría la paternidad del invento, aunque tras varios años de litigio Graham Bell fue ratificado como su legítimo inventor.
El litigio por el invento del teléfono no termina acá porque el italiano Antonio Meucci, había presentado en 1871 un diseño de teléfono. Solicitó la patente del aparato, al cual llamó “teletrófono" pero no pudo pagar el canon para la renovación de la patente. Así, en 1874 perdió los derechos legales sobre el invento. Para 1876, cuando Bell presentó su teléfono, pudo patentarlo. El científico italiano reclamó sus derechos en los tribunales, pero murió sin que nadie reconociera. Finalmente, de manera póstuma en 2002 los Estados unidos lo reconocieron como el inventor oficial del teléfono. No obstante, fue la compañía fundada por Bell la que implementó los primeros pasos del teléfono como medio de comunicación internacional.