Abrió al público hace tres décadas, sorprende con sus gigantescos árboles de hasta tres metros de altura y recibe trabajos de mantenimiento muy exhaustivos.
Uno de los atractivos turísticos más grandes que hay en el extremo sur de Australia, a pocos kilómetros de Melbourne, es el Ashcombe Maze, reconocido como uno de los laberintos más complejos y entretenidos del mundo.
Como se puede apreciar en las fotos, este juego, diseñado para niños y adultos, está compuesto por árboles de gran tamaño que, en ocasiones, pueden alcanzar los tres metros de altura.
Y, aunque no es muy amplio, el laberinto Ashcombe tiene un diseño único, que puede quebrar cualquier estrategia para recorrerlo en tiempo récord.
Las tierras donde actualmente se encuentra el laberinto Ashcombe, en un principio pertenecieron a la familia Burston. Ellos fueron los primeros en trabajar en el área, con el objetivo de embellecerla con árboles de gran altura, capaces de frenar el viento.
Años después, la propiedad quedó en manos de John y Sally Daly, que siguieron con la tradición de cuidar los jardines y le sumaron plantas nativas de Australia.
Finalmente, la pareja también se esforzó para crear el famoso laberinto, con árboles pertenecientes a la especie “Cupressus macrocarpa”. Sin embargo, este no abrió al público hasta finales de 1990, cuando el sitio quedó en manos de sus nuevos propietarios: la familia Bortoli.
Al ingresar en el laberinto Ashcombe, las familias, parejas o amigos que recorran sus pasillos, tendrán la posibilidad de participar un juego que consiste en detectar cuatro mosaicos de bandera escondidos, para luego llevarlos hasta el jardín central.
En simples palabras, a pesar de que la actividad es sencilla, cumplir el objetivo puede resultar complejo debido a:
Además de turistas, el laberinto Ashcombe recibe la visita diaria de un enorme equipo de jardineros, responsables de mantener la belleza y elegancia de cada pasillo.
Por un lado, su misión es conservar la apertura de los pasadizos. Aunque los árboles se plantaron con un metro de distancia entre cada ejemplar, sus enormes ramas pueden llegar a bloquear el camino.
En este caso, los expertos deben hacer cortes parejos y cuidadosos, además de colocar los restos de la poda en una carretilla y avanzar con ella por el circuito del laberinto.
Por último, en el caso de que completen estas tareas tres o cuatro veces al año, durante días sin lluvia y de temperaturas agradables, lograrán que el laberinto Ashcombe conserve su clásico color verde lim en todo momento.
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