Prácticamente todas las personas que han vacacionado en la turística localidad de Quequén, en Necochea, han tenido la oportunidad de apreciar el casco abandonado del barco Espejo.
Este navío, que se construyó en España hace más de 50 años, llegó a nuestro país para realizar diversos viajes en el Mar Argentino, con el objetivo de trasladar a decenas de pescadores.
Sin embargo, hace más de tres décadas dejó de funcionar y se posicionó sobre las costas de una playa de Quequén, donde sus restos permanecen encallados hasta la actualidad.
¿Cuál es la historia del barco Espejo de Quequén?
El barco Espejo se construyó, a mediados de 1973, en el astillero Factorías Vulcano, que tenía su sede central en la ciudad de Vigo, ubicada en Galicia, España.
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Años después, este navío, que originalmente se llamó TUI y que hasta la actualidad también es conocido como “Pesuarsa II”, se desplazó hasta las costas de Argentina y se convirtió en un pesquero de Quequén a comienzos de la década de 1980.
Una vez en esta localidad, sirvió para trasladar a decenas de grupos de pescadores. Pero, por razones desconocidas, en 1987 se amarró al puerto de Quequén y nunca más se utilizó.
¿Cuándo se trasladó esta embarcación a la Bahía de los Vientos?
Una década después de permanecer sin uso, este barco de 72,05 metros de largo y 12,5 metros de ancho se hundió. Recién se reflotó, tras un intenso trabajo de rescate, en 1998.
Acto seguido, se tomó la decisión de remolcar esta antigua embarcación y trasladarla hasta la Bahía de los Vientos, que está ubicada al norte del centro de la localidad bonaerense.
Y, aunque nadie lo sabía en ese momento, el Barco Espejo quedó encallado para siempre a pocos metros de la playa, hasta que su estructura colapsó.
¿El barco Espejo de Quequén colapsó?
En sus años dorados, el barco Espejo de Quequén era impulsado por dos motores diésel que le permitían desarrollar una velocidad máxima de 26 kilómetros por hora. Pero, tras su inesperada llegada a la Bahía de los Vientos, nunca más volvió a viajar.
Tras 17 años en el mismo lugar, el navío se convirtió en una de las tantas postales de la localidad. Los viajeros se acercaban hasta la playa más cercana para intentar tomar las mejores fotos de su estructura.
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Sin embargo, en agosto de 2015, el golpe constante de las olas venció a los antiguos hierros del barco Espejo, que colapsó en un abrir y cerrar de ojos.
Por lo tanto, quienes visitan Quequén en la actualidad, solo pueden observar una pequeña montaña oxidada que se asoma sobre la superficie del mar. El resto de la estructura del “Pesuarsa II” se conserva a pocos metros de profundidad.