Nace en una laguna de Brasil, tiene 45 kilómetros de longitud y desemboca en el límite compartido por ambas naciones, frente al océano Atlántico.
Brasil y Uruguay coinciden en que, a lo largo y ancho de su territorio, tienen playas enormes, muy visitadas por turistas de todo el mundo durante el verano. Curiosamente, dos de ellas están separadas por el histórico arroyo Chuy.
Este caudal de agua, que nace en Brasil y se desplaza sobre decenas de curvas hasta desembocar en el océano Atlántico, es la frontera oficial entre ambas naciones.
Y, si bien es conocido en la actualidad por los paisajes que lo rodean, el arroyo Chuy también tuvo una relevancia histórica hace cientos de años, cuando los españoles y los portugueses se disputaban estas tierras.
El arroyo Chuy nace en suelo brasileño, más precisamente en la laguna Merín del municipio de Santa Vitória do Palmar, a 45 kilómetros de su encuentro con el océano.
En su trayecto, el agua recorre paisajes muy verdes, repletos de campos, pequeñas elevaciones de tierra y acantilados. Luego, en su tramo final, avanza pegado a dos playas, que pertenecen a países distintos pero tienen nombres similares.
En otras palabras, el arroyo Chuy rodea el balneario uruguayo de Barra del Chuy y, pocos metros después, lindera con el balneario brasileño Barra do Chuí.
Y, aunque muchas personas imaginan que este límite internacional es moderno, la historia demuestra lo contrario porque se mantiene firme, al menos, desde 1784.
En las inmediaciones del fin del arroyo Chuy es posible divisar los balnearios mencionados, barrios residenciales, parques naturales y calles que unen la playa con el resto de las localidades cercanas.
Los escenarios mencionados, como era de esperar, no existían en 1784. Allí, solo había arena, árboles y el Chuy, que llamativamente se eligió como una frontera, por los europeos que se establecieron en el lugar.
Entonces, este caudal de agua es histórico porque, a fines del siglo XVIII, representaba el límite entre la Banda Oriental, reconocido como un territorio administrado por españoles, y el suelo portugués en América.
Debido a la fuerza del agua, los terrenos que acompañan al arroyo Chuy han experimentado deslizamientos y, de esta manera, modificaron el trazado de este caudal de agua.
Sin embargo, el verdadero problema internacional que generó el arroyo hasta hace 46 años, eran sus inundaciones que, en la zona de su desembocadura, impedían definir el límite internacional.
Sucede que el agua avanzaba sobre las playas brasileñas y uruguayas. Por lo tanto, era imposible divisar la mitad del arroyo o determinar hasta dónde llegaban los territorios de ambas naciones.
Entonces, para solucionar el inconveniente, se propuso la construcción de un enorme muro de piedras doble sobre ambos márgenes del caudal, que frena las inundaciones e indica, claramente, hasta dónde llega cada país.
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