¿Sabías que el nombre del Arroyo Maldonado se originó en una leyenda? - Billiken
 

¿Sabías que el nombre del Arroyo Maldonado se originó en una leyenda?

La fantástica historia tiene como protagonista a una valiente mujer de la época de la fundación de Buenos Aires. En esta nota, Billiken te cuenta sobre ella. 
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La ciudad de Buenos Aires tiene once cuencas subterráneas que la atraviesan y desembocan en el Río de la Plata o en el Riachuelo. Una de las más importantes es el Arroyo Maldonado que, pocos lo saben, debe su nombre a una mujer.

El Maldonado nace en la localidad de San Justo de la provincia de Buenos Aires y corre intubado, en su mayor extensión, bajo la avenida Juan B. Justo de la Capital Federal, atravesando así un total de diez barrios.

El nombre de este arroyo se origina en una leyenda cuya protagonista es una mujer fuerte y valiente llamada Maldonado. Su historia se remonta a la época de la fundación de Buenos Aires, allá por 1536 cuando Pedro de Mendoza llegó y la llamó Santa María del Buen Ayre.

La leyenda

Luego de la fundación, los españoles al mando de Pedro de Mendoza protegieron la ciudad con un cerco para protegerla de los ataques indígenas y dieron la orden que ningún habitante podía salir. Pero la falta de alimentos provocó la hambruna de la población, por lo cual una mujer española decidió cruzar el cerco y escapar. Luego se refugió en una cueva junto a un arroyo y, cansada y hambrienta, se desmayó.

En medio de la oscuridad apareció una hembra de puma que dejó caer junto a la mujer un pedazo de carne. Luego de comerlo, la Maldonado sintió un rugido y vio a la puma que estaba a punto de dar a luz. No lo dudó y la asistió en el parto. Los rugidos se convirtieron en mansos rezongos y los recién nacidos fueron recibidos cariñosamente. Poco tiempo después, unos indios que pasaban por allí vieron la escena y sintieron un enorme respeto por esa mujer valiente que no temía a la cercanía con las fieras.

A los pocos días, la Maldonado fue capturada por soldados españoles y la sometieron a juicio por haber traspasado el cerco. La condena fue terrible: la ataron a un tronco al costado del arroyo para que se la comieran las fieras. Allí permaneció la Maldonado todo el día hasta la llegada de la noche. El rugido de un animal salvaje pareció anunciarle su terrible final. Luego vio la sombra de dos fieras trabándose en lucha, y poco después, una de ellas, la que había salido victoriosa, se le acercó con sus brillantes ojos de fuego. La mujer, que esperaba la muerte, sintió de pronto la caricia de una lengua áspera lamiéndole los pies.

Tres días después, los españoles volvieron al arroyo y vieron a la Maldonado custodiada por una puma, que los atacó en cuento se acercaron. La condena no se cumplió. Si las fieras no habían podido, ningún hombre lo intentaría. Desataron a la Maldonado y la perdonaron.

Así, a esta cuenca se la conocía como el Arroyo de la Maldonado y, años después, con el nombre que conocemos hoy.

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