Como todo refrán, la frase "no todo lo que brilla es oro" tiene el objetivo de dejarnos una enseñanza moral, alguna reflexión importante que podamos llevarnos.
El dicho se usa para hacer referencia a que una persona, objeto o situación no es tan buena o valiosa aunque así lo parezca. Es decir, habla de que no nos dejemos llevar por las apariencias y en cierto sentido significa lo opuesto a "no hay que juzgar a un libro por su portada".
¿Por qué se menciona al oro en el famoso refrán?
Como bien sabemos, el oro es un metal precioso que durante siglos fue considerado símbolo de valor y de riqueza, lugar que hoy pasó a ocupar el dinero. Durante siglos, el oro sirvió para:
- Comerciar, en forma de monedas, joyas o vestimenta.
- Decorar edificios, estatuas y monumentos.
- Crear vasijas, cuencos y distintos utensilios de cocina.
- Forjar armas.
- Hacer crecer muchas industrias, sobre todo la electrónica.
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El metal siempre destacó por su fuerte color amarillo ocre, y por el brillo que sacaba una vez relucido. Sin embargo, no todas las personas podían acceder a él en la antigüedad, sobre todo cuando se encontraba en forma de vasijas o monedas.
En la actualidad sigue siendo de altísimo valor, pero ya hay otros materiales que lo reemplazaron y ya no es la moneda corriente de los intercambios económicos.
¿Cuándo se popularizó la frase "no todo lo que brilla es oro"?
Según la historia, la frase surgió de una fábula de Esopo, un escritor y griego del siglo VI a.C. que tiene varios cuentos infantiles muy famosos (por ejemplo, el de la liebre y la tortuga). "No todo lo que brilla es oro" aparece en una de sus historias, en la que un cuervo es engañado por el brillo de una joya.
Muchos siglos después, la frase se popularizó en distintos momentos gracias a:
- William Shakespeare, en El mercader de Venecia.
- Miguel de Cervantes en Don Quijote de la Mancha.
IMAGEN DE SHAKESPEARE Y OBRA.