Es un pequeño recorrido de 12 kilómetros de la Ruta Nacional 40, que tiene más de 300 curvas y supera los 2.000 metros sobre el nivel del mar.
En el centro de la provincia de La Rioja, sobre las tierras que atraviesa la Ruta Nacional 40, hay un pequeño tramo de la calzada que es conocido como la Cuesta de Miranda y sorprende con sus paisajes únicos.
Este recorrido, que tiene una longitud máxima de 12 kilómetros, es famoso por las enormes montañas rojizas que lo acompañan y sus curvas cerradas que, según los expertos, podrían ser más de 300.
Finalmente, aquellos aventureros que logran alcanzar su punto de mayor altura, tienen la posibilidad de acceder a un mirador panorámico con vistas hacia los cuatro puntos cardinales.
La historia de la Cuesta de Miranda tiene diferentes puntos de partida. El más antiguo se remonta al siglo XVI, cuando era un simple sendero de montaña conocido como el Camino del Inca.
Como su nombre lo indica, miles de personas pertenecientes a esta civilización frecuentaban el trazado con la intención de unir Villa Unión con Chilecito.
Y, con el paso de los años, el camino evolucionó en la Cuesta de Miranda: un trazado de cornisa, diseñado por el ingeniero italiano Francisco Bolloli, que trabajó junto a miles de obreros que, a pico y pala, construyeron la vía entre 1918 y 1928.
Durante casi un siglo, la cuesta cumplió con su objetivo. Desde ciclistas hasta automovilistas de todas las épocas lo han frecuentado con fines turísticos. Sobre todo aquellos que viajan con la intención de completar la Ruta 40.
Pero, a pesar de sus maravillas, es importante señalar que la antigua Cuesta de Miranda era peligrosa. Es por eso que hace 12 años, se inició una obra en el lugar para modernizar el camino y aumentar su seguridad.
Como hemos mencionado, en 2011 se dio inicio a un proyecto para pavimentar la Cuesta de Miranda, el cual se completó cuatro años después. Quienes trabajaron en esta iniciativa respetaron el diseño original casi en su totalidad.
Es decir, a excepción de dos pequeños desvíos en los kilómetros parciales 12,5 y 14,7; y entre los 18,25 y 19,34 kilómetros, la calzada zigzaguea de la misma manera que lo hacía en 1928.
Por otro lado, la obra también incluyó aumentar el ancho del camino. Antiguamente, solo había espacio para un vehículo y, cuando dos autos se encontraban, debían hacer maniobras muy arriesgadas para seguir su viaje. Tras su pavimentación, la Cuesta de Miranda alcanzó los seis metros de ancho.
Aunque ya hemos mencionado un sinfín de datos sorprendentes sobre la Cuesta de Miranda, algunas de sus características y propiedades merecen ser narradas en detalle.
Es por eso que, quienes deseen conocer este punto turístico de La Rioja, primero deben tener en cuenta que:
Aquellos aventureros que se encuentren en La Rioja capital y deseen viajar hasta la Cuesta de Miranda, deberán hacer una travesía de 213 kilómetros, la cual inicia sobre la Ruta Nacional 38 y luego avanza por la Ruta Nacional 74 hasta Nonogasta.
Finalmente, desde esta localidad se inicia el recorrido más turístico (sobre la Ruta Nacional 40) que se puede transitar todo el año. Sin embargo, los guías de la zona recomiendan el otoño y la primavera como las épocas más adecuadas.
¿Qué sucede en invierno y en el verano? ¡Simple! Durante los meses más fríos, la Cuesta de Miranda suele recibir fuertes nevadas que pueden complicar o imposibilitar el viaje. Y, en los meses más calurosos, las lluvias también pueden interrumpir la travesía.
Por último, es importante señalar que las opciones de alojamiento más cercanas al recorrido se ubican en Sañogasta, emplazado a 20 kilómetros, Chilecito, a 45 kilómetros y en Villa Unión, a 65 kilómetros.
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