Es una reacción natural e involuntaria, que en muchas ocasiones se experimenta ante un descenso brusco de la temperatura, en el cuerpo de todos los mamíferos.
La gran mayoría de las personas ha tenido la oportunidad de experimentar ese extraño momento en el cual, rápidamente, los pelos del cuerpo se erizan. Es decir, cuando ocurre el famoso proceso denominado “piel de gallina”.
Los científicos, que durante décadas han estudiado este fenómeno, lo definen en grandes términos como una reacción natural e involuntaria, que le puede ocurrir, frecuentemente, a cualquier mamífero.
Y, si bien en la mayoría de las ocasiones sucede como consecuencia de un descenso brusco de temperatura, la ciencia ha detectado que la “piel de gallina” también se presenta ante otras situaciones.
Es normal que en días de invierno, cuando se produce un descenso de temperatura muy grande al aire libre o dentro de un lugar, nuestro vello capilar se erice a gran velocidad y en todas las zonas del cuerpo donde hay piel, a excepción de las manos, los pies y los genitales.
En simples palabras, esta “piel de gallina” aparece como un reflejo corporal, mediante el cual el cuerpo intenta protegerse del frío ante la presencia de una capa de aire que produce esta experiencia.
Pero, como es posible de justificar, el frío no es el único factor que desencadena esta reacción. Es decir, constantemente los humanos tienen la “piel de gallina” cuando:
Finalmente, es importante destacar que la ciencia aún no ha estudiado la totalidad de esta reacción. Por lo tanto, es posible detectarlo incluso en otros contextos, además de los mencionados.
En términos científicos, la “piel de gallina” es un reflejo que se materializa sobre un grupo de músculos encargados de contraerse, que permanecen conectados al sistema nervioso simpático.
De esta manera, el cuerpo libera adrenalina, segregada al sentir frío, por ejemplo, al mismo tiempo que desencadena una serie de reacciones inéditas que pueden pasar desapercibidas pero que, al mismo tiempo, están vinculadas a la vida de nuestros antepasados.
La “piel de gallina” no es una experiencia propia de los humanos modernos. Antiguamente, esta sensación era el primer paso para ingresar a un estado de alerta, que podría culminar en una situación de lucha o huida del peligro.
Además, los expertos también resaltan que este reflejo involuntario provoca un incremento de la fuerza o de la agilidad mental, con la intención de que los mamíferos puedan hacer uso de todas sus capacidades para sobrepasar el momento delicado.
Entonces, a pesar de que la “piel de gallina” hoy se traduce como una reacción corporal cotidiana, hace millones de años, nuestros antepasados identificaban al erizado del vello capilar como un sinónimo de defensa o de peligro inminente.
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