Ellen Ochoa nació el 10 de mayo de 1958 en California, en una familia de raíces mexicanas. Cursaba la escuela cuando vio por TV el primer alunizaje. Desde entonces empezó a soñar con ser astronauta. Cuando estaba en la universidad se postuló para entrar a la NASA y llegar a tripular una nave, pero fue rechazada.
Estudió Física e hizo un posgrado en Ingeniería Electrónica. También tuvo tiempo para ocuparse de otros asuntos que le interesaban, como ser piloto de avión y estudiar flauta. Además, como era curiosa y creativa, se dedicó a la investigación. En pocos años se destacó como inventora: obtuvo varias patentes de dispositivos ópticos.
Pero su verdadera vocación estaba en el espacio. Aplicó nuevamente en la NASA, al igual que otras miles de personas. Y esta vez resultó elegida. En 1990, comenzó su entrenamiento. El programa era muy exigente: había que leer manuales técnicos de vuelo, prepararse para trabajar en ambientes sin gravedad, saber de astronomía, entender el funcionamiento de una nave y un sin fin de otras exigencias. También se enseñaban algunas tareas específicas según la misión, como manejar un brazo robot, aterrizar la nave o conectarla a la estación espacial.
Ellen se graduó en 1991, y en 1993 obtuvo su primera misión en el transbordador Discovery. Cumplió en total cuatro misiones y pasó en el espacio 978 horas: visitó la Estación Espacial Internacional, recuperó satélites y condujo investigaciones. Cuando se retiró del servicio activo siguió trabajando en la NASA. En 2013 pasó a dirigir el Centro Espacial Lyndon B. Johnson.
“Las necesitamos, necesitamos sus cerebros. Hay tantas cosas por descubrir en la ciencia, se necesitan tantas soluciones a problemas, productos que se deben desarrollar en la ingeniería... Necesitamos las mentes de las mujeres tanto como las de los hombres”, Ellen Ochoa.