El cambio climático facilitó la llegada de especies no nativas a la Antártida. Las moscas, pertenecientes a este grupo, comenzaron a asentarse en 2006. Ya en 2022, creció notablemente su reproducción y, su presencia, pone en peligro el equilibrio natural de la región. El Comité de Protección Ambiental del Sistema del Tratado Antártico teme que su avance traiga complicaciones más severas en el corto plazo.

El aumento de programas científicos que estudian la Antártida se incrementaron mucho en la última década. Por lo tanto, para mantener la biodiversidad de la zona y promover su protección, se establecieron protocolos de acción para que quienes habitan la zona sepan qué hacer en determinadas circunstancias. En 2016, se publicó un manual que indica cómo evitar el ingreso de especies no nativas que pueden llegar en un buque o una nave que proviene de otro lugar. Pero las medidas no alcanzan.

Por el calentamiento global, las grandes ciudades experimentan cambios de temperatura constantes. En consecuencia, los insectos que provienen de esos lugares se acostumbran a sobrevivir a cualquier clima. Por eso, cuando llegan a la Antártida, es muy difícil erradicarlos.

Con las moscas, ya está sucediendo. Dos científicos argentinos que hacen base en el lugar comenzaron a diseñar distintos tipos de "trampas" con pegamentos para erradicarlas. Sin embargo, sus métodos no son del todo eficaces porque tienen prohibido usar veneno para evitar dañar aún más el ecosistema.