El ecologista francés Jacques Cousteau (1910-1997) hizo mucho para proteger el mar. Nadó en las profundidades del océano, tocó los peces con sus manos y hasta jugó con los delfines. Con poco más de treinta años creó un equipo de buceo. Desde muy joven decidió que se iba a dedicar el resto de su vida a recorrer los mares del mundo e identificar a todas las criaturas marinas. Pero algo le faltaba: un barco. Entonces apareció un inglés con un apellido famoso, Guinness, cuya familia era propietaria de una gran fábrica de cerveza, que compró el barco y se lo donó a Cousteau. El navío se llamaba “Calypso”, que pasó de ser un barreminas en la Segunda Guerra Mundial y luego ferry, a convertirse en un buque oceanográfico de vanguardia. Juntos, Cousteau y su barco “Calypso”, fueron protagonistas de grandes aventuras.
¿Por qué el barco de Jacques Cousteau se llamaba “Calypso”?
El barco de Cousteau llevaba el nombre de una ninfa que, según el mito griego, mantuvo cautivo durante siete años a Ulises en la isla de Ogigia cuando regresaba de la Guerra de Troya. Calypso finalmente dejó partir a Ulises y lo ayudó a construir su barco. El navío de Cousteau hoy está inactivo en un puerto de Francia. Mide cuarenta y dos metros de largo.
Jacques Cousteau, un pionero del estudio de la vida marítima
Hay un montón de oceanógrafos, biólogos marinos y buzos que deben su vocación a Cousteau. Desde los viajes con el “Calypso”, comenzó a filmar muchos documentales acerca de la vida en los océanos y el comportamiento de las criaturas marinas. Las cámaras submarinas captaron como nunca antes todos los detalles de la fauna sumergida, lo que reveló aspectos poco conocidos de cada especie. Además, sus documentales advertían de los riesgos que se corrían si se alteraba el equilibrio ecológico.
La contaminación del océano
De tanto navegar, investigar, filmar y bucear, Cousteau y su equipo sabían mejor que nadie del peligro de la contaminación de los mares. Por eso, en 1960 organizaron una campaña publicitaria en Europa para impedir que se arrojaran residuos atómicos en los océanos. El presidente de Francia, Charles De Gaulle, le pidió entonces al científico que fuera más comprensivo con las investigaciones nucleares. La respuesta de Cousteau fue memorable: “No señor. Son las investigaciones nucleares las que deben ser más comprensivas con nosotros”.
Cousteau escribió una carta para todos
En 1979 Cousteau advirtió al mundo acerca del riesgo que corría la vida en el planeta. Lo hizo a través de una Carta de Derechos de las Generaciones Futuras, donde escribió: “Las generaciones futuras tienen el derecho a una Tierra sin contaminación ni destrucción. Es, por lo tanto, responsabilidad fundamental mantener una vigilancia constante y una evaluación prudente de los disturbios tecnológicos y modificaciones adversas que afecten la vida en la Tierra, el balance de la naturaleza y la evolución de la humanidad”.