La yurta es una vivienda utilizada por los nómadas en las estepas de Asia Central. Distintos pueblos han utilizado este tipo de casa desde la Edad Antigua. Por entonces, la visita a una yurta implicaba un riguroso ritual protocolar. Se podía ejecutar a una persona por el simple hecho de entrar en la yurta de un mandatario sin haber anunciado previamente su visita.
La yurta de Mongolia fue declarada “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad” por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en 2013. Al año siguiente, fueron nombradas de igual forma la yurta de Kirguistán y la de Kazajistán.
¿De qué estaban hechas las primeras yurtas?
El material con que estaban hechas las primeras yurtas era bastante liviano: una especie de lona formada por lana y paja. Una vez que la tribu nómada decidía asentarse en un lugar, armaba la casa. Para sostener las lonas se usaban vigas de madera y siempre se dejaba un agujero en el centro para permitir la ventilación. También se armaba una puerta con la misma madera. Los materiales con los que se armaba la vivienda eran transportados a lomo de camello y de yak, que es una especie de buey que vive en las montañas de Asia Central y el Himalaya.
Las yurtas hoy
A diferencia de las tiendas de campaña tradicionales, las yurtas no tienen forma cónica, sino más bien redondeada. Tienen un diámetro de aproximadamente 5 metros y una altura de entre 3 y 3,5 metros. Son bastante amplias, hasta el punto de que adentro puede vivir una familia entera con sus muebles, ropas y otros elementos. Aunque hoy ya no hay ejércitos que se desplacen constantemente sobre las estepas de Asia Central, las yurtas se siguen usando en algunos países, como Mongolia, Kazajistán o Kirguistán. No obstante, los materiales con que se construyen actualmente son mucho más livianos, e inclusive ignífugos, para evitar los incendios.
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