Las cartas y los diarios de viaje que Albert Einstein escribió desde Argentina - Billiken
 

Las cartas y los diarios de viaje que Albert Einstein escribió desde Argentina

En 1925 Albert Einstein, el célebre científico que desarrolló la “Teoría de la Relatividad” viajó a Latinoamérica y, durante su estadía, escribió una serie de cartas a su familia y diarios de viaje, los cuales hoy se encuentran resguardados en la Universidad Hebrea de Jerusalén. En esta nota, Billiken te cuenta algunas de las impresiones de Einstein sobre Río de Janeiro, Montevideo y Buenos Aires.
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¿Cuál fue el descubrimiento científico de Albert Einstein?

Einstein comprobó, a través de la “Teoría de la Relatividad”, que Newton se había equivocado al considerar que el tiempo y el espacio eran constantes. Él demostró que cuanto más rápido se movieran las personas, más lento pasaría el tiempo, ya que todo era relativo. Su teoría establece que la materia y la energía son intercambiables, es decir, son dos estados de la misma cosa. Esta deducción le permitió a Einstein revolucionar la ciencia. Además, con el eclipse de sol de 1919 se pudo comprobar su teoría sobre la curvatura de la luz de forma práctica. El fenómeno natural permitió a los físicos advertir que Einstein tenía razón y eso lo convirtió en una celebridad mundial. 

Las cartas y los diarios de viaje que Einstein escribió desde Sudamérica

Albert Einstein llegó a ser un ícono popular a nivel mundial y sus teorías científicas están presentes en muchísimas investigaciones actuales. Pero además de sus trabajos científicos, dejó un legado de miles de cartas y documentos, diarios de viajes y anotaciones, en muchos de los cuales se revela la faceta más íntima de su personalidad y aparecen comentarios que actualmente son considerados racistas o xenófobos, pero en la época en que escribía eran habituales.

En 1925 el científico viajó a Argentina, Uruguay y Brasil. La lectura de los diarios y cartas que escribió desde Sudamérica muestra a Einstein como un hombre de humor cambiante que lidiaba como podía con el peso de la fama y pasaba de elogiar el clima o las costumbres locales a criticar sin filtro a las personas de la región. Viajó desde Europa en un barco que paró algunas horas en Río de Janeiro y Montevideo, antes de arribar a Buenos Aires el 24 de marzo de 1925. 

Río de Janeiro y Montevideo según Einstein

En su primera impresión de Río de Janeiro, Einstein comentó que “todo vive y prospera, por así decirlo, frente a nuestros propios ojos”, según se lee en las páginas de los diarios publicadas en alemán y traducidas al inglés por la Universidad de Princeton (Estados Unidos). “La mezcla de gentes en las calles no tiene precio”, continuaba el científico, quien vio en Río de Janeiro “portugueses, indios, negros, con todos los matices posibles en el medio”. En la parada del buque en la ciudad brasileña vivió “una experiencia maravillosa, una abundancia indescriptible de impresiones en pocas horas”.

Luego cuenta en su diario de viaje que llegó a Montevideo “al mediodía”, donde lo recibieron “periodistas y otros judíos de distintos tipos”, entre ellos un tal Nierenstein, secretario de la universidad local. Nierenstein, escribió Einstein en su diario, “es una persona resignada, buena, pero los otros son más o menos sórdidos”.

Buenos Aires según Einstein

Después de un retraso en el puerto de Montevideo, Einstein llegó a Buenos Aires, “una ciudad confortable y aburrida, con gente delicada, de mirada inocente, graciosa, pero clichés”, es decir, gente poco original a los ojos del científico, quien además vio en la capital argentina, apenas bajó del barco, “lujo, superficialidad”. Después de pasar un día en Buenos Aires, Einstein se reunió con el director de la Universidad de La Plata de ese momento, y luego lo describió en su diario como “un elegante y falso pequeño hombre con una pequeña esposa análoga”. 

De su primera conferencia en Buenos Aires resaltó el “calor hirviente” en la sala, pero también destacó la gran presencia de jóvenes, “siempre agradables porque están interesados en las cosas”. También le pareció “agradable” un alto funcionario del Ministerio de Educación, aunque sus visitas le parecieron “inútiles pero tolerables”. En su diario cuenta además que el 29 de marzo pudo disfrutar “una bendita paz a solas en mi cuarto durante la mañana”. 

En los primeros días de abril, Einstein sobrevoló la ciudad a bordo de un avión Junker, se reunió con el entonces presidente, Marcelo T. de Alvear, visitó un museo de etnología y cenó con Leopoldo Lugones. También visitó La Plata, una ciudad “bonita, tranquila, estilo italiano, con magníficos edificios universitarios que están amueblados en estilo norteamericano”.

Evidentemente le gustó La Plata, pero no pudo con su genio: la ceremonia inaugural del semestre universitario, a la que fue invitado, arrancó con “un discurso demasiado largo” de un funcionario que no mencionó. En el diario anotó el viaje a Llavallol entre el 8 y el 10 de abril. En la localidad bonaerense halló “un buen clima y un descanso maravilloso”. Y también encontró “una espléndida idea para una nueva teoría de la conexión entre gravitación y electricidad”. Sin embargo, algunos días después, ya en Montevideo, Einstein escribió: “todas las ideas científicas que pensé en Argentina resultaron ser inútiles”. 

Después de Llavallol y Córdoba, Einstein regresó el 14 de abril a Buenos Aires. Se declaró “contento de llegar” a la ciudad y “terriblemente cansado de la gente”. “La idea de todavía tener que viajar durante tanto tiempo me pesa mucho”, confesó en su diario. Luego anotó impresiones de su paso por Córdoba, donde encontró “residuos de cultura verdadera con amor por la tierra y un sentido de lo sublime”.

El 22 de abril tuvo un desayuno con “figurones” de la ciencia y la política y a la noche una reunión con estudiantes, durante la cual se tocó la guitarra y se cantó. “Y yo, al final, con el violín”, recordó. Dos días después, el físico alemán ya estaba en Montevideo, donde “me recibieron con una genuina cordialidad como raramente encontré en mi vida”. 

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