Aunque su verdadero nombre era Charles Édouard Jeanneret-Gris (1887-1965) se apodaba Le Corbusier. De niño, imitaba a su padre, que grababa y además se dedicaba la tarea de ponerle laca a las cajas de los relojes. Pero entonces un profesor del colegio donde estudiaba Charles, admirado por sus dibujos, le recomendó que estudiara pintura porque tenía talento. Y eso hizo. Y empezó a pintar una infinidad de cuadros, hasta que otro señor que vio sus trabajos intuyó que el destino de Charles estaría mejor en la arquitectura.
Finalmente Charles se transformó en arquitecto y hasta cambió de nombre. A poco de recibirse le gustó que lo llamasen Le Corbusier, una palabrita que en francés suena parecido a cuervo y eso le causaba gracia…
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Le Corbusier se recibió de arquitecto en Suiza, su país de origen, pero todo su crecimiento profesional lo hizo en Francia, donde se radicó enseguida, e inclusive adoptó la ciudadanía. Dedicó sus primeros años como profesional a trabajar en diferentes estudios y a viajar mucho para ganar experiencia y conocer estilos. Así fue que estuvo en Alemania, Austria, Rumania, Turquía, Grecia e Italia. Luego se dedicó a dar clases, escribir libros y editar una revista.
Le Corbusier y las máquinas de habitar
En el primer tercio del siglo veinte el mundo se iba llenando de máquinas nuevas: automóviles, aviones, lavadoras, cámaras fotográficas, radios. Le Corbusier estaba deslumbrado por estos inventos que hacían más fácil la vida del hombre. Y empezó a pensar en qué podían aportar los arquitectos. Primero, belleza, dijo, porque eso
es indispensable para la vida. Y después funcionalidad, para que las viviendas sean más confortables y fáciles de construir. Ideó unas casas hechas en serie y las llamó “máquinas para habitar”.
De visita en Buenos Aires
Este gran arquitecto estuvo en Buenos Aires en 1929 dando una serie de conferencias a las que asistieron numerosos profesionales. Fue la noticia del momento. Observó la ciudad e hizo una afirmación muy aguda: que era una urbe que le daba la espalda al río. Le llamó la atención que se tapara la vista de la costa con edificios y otras construcciones. Le Corbusier diseñó una sola casa en la Argentina, que está en La Plata y se llama Casa Curutchet.
Los cinco puntos básicos de su arquitectura
En 1926 Le Corbusier indicó, según sus ideas, los cinco puntos básicos para poder hablar de una nueva arquitectura. El primero, que la planta baja debía hacerse sobre pilotes, elevada, porque consideraba que la calle era para los autos y los peatones. El segundo, que las ventanas debían abarcar todo el ancho de la pared. El tercero, hacer un jardín en la terraza para estar en contacto con la naturaleza. El cuarto y el quinto, hacer las plantas y las fachadas libres para que después el arquitecto decida dónde poner los cerramientos o los detalles que quiera. Para Le Corbusier el edificio debe invitar a ser recorrido.