Aunque en el imaginario colectivo los animales más emparentados con las terapias alternativas son los perros y los caballos, recientemente se comenzó a implementar el uso de hurones.
La Sociedad Argentina de Pediatría los definió como animales inteligentes que crean fuertes vínculos y suelen ser muy dóciles. Su fácil manipulación y su rápida adaptación permite que los niños asocien conceptos primarios y sean estimulados. Por lo tanto, se los incluye en diversos tratamientos.
La Residencia de Discapacitados Psíquicos de Crevillent en España implementó este tipo de practicas en niños porque los hurones les enseñan a relacionarse, potencian su capacidad de concentración, los ayudan vencer sus miedos y fortalecen la confianza en sí mismos.
Del mismo modo, generan un impacto positivo en los adultos que padecen depresión y otro tipo de problemáticas.