Se estrenó en 1892 y se utilizó durante casi dos décadas, hasta que realizó su trágico viaje final, en el cual se consumió por un gran incendio frente a las costas de Río Gallegos.
Al recorrer Punta Loyola, en la provincia patagónica de Santa Cruz, es posible observar los restos de una enorme embarcación, que permanece desde hace más de un siglo encallada en sus playas. Su nombre es Marjory Glen y su historia es increíble.
Como era de esperar, el navío se diseñó en Reino Unido, más precisamente en Grangemouth, Escocia, y realizó múltiples viajes dentro de Europa, durante casi dos décadas.
Sin embargo, su travesía final tuvo lugar muy lejos del Viejo Continente, ya que terminó, en el marco de un gran incendio, en las inmediaciones de una de las ciudades más australes del planeta.
El Marjory Glen entró en servicio a mediados de octubre de 1892 y, gracias a su estructura de 65 metros de longitud, construida con hierro remachado, sirvió para trasladar enormes cargamentos en rutas internacionales.
Al observarlo desde la costa, el navío resaltaba en el paisaje con sus tres mástiles, donde se colgaban las velas que le servían como propulsión para atravesar mares y océanos, alrededor del mundo.
Es por eso que, cuando surgió el plan de viajar de Reino Unido a la Argentina, con 1.701 toneladas de carbón y 19 toneladas de embalaje, nadie dudó en la capacidad del Marjory Glen que, efectivamente, cruzó el océano Atlántico sin problemas.
En otras palabras, el navío europeo solo sufrió un importante accidente en estas aguas internacionales, cuando un temporal destrozó dos de sus velas. Pero, a pesar del inconveniente, llegó con todos sus tripulantes a la Patagonia, donde comenzó el problema principal.
El Marjory Glen dejó el puerto de Shields, en Newcastle, Inglaterra, el 13 de junio de 1911 y llegó a Río Gallegos, junto al capitán Jans Martín Holmsen y otros 15 tripulantes, el 10 de septiembre del mismo año.
Debido a los destrozos que había sufrido durante la travesía, el navío se quedó a una enorme distancia del puerto de la ciudad hasta el 13 de septiembre, cuando otro barco lo remolcó hasta la costa.
Lamentablemente, durante las primeras horas del día siguiente, ocurrieron las primeras pérdidas fatales. Como consecuencia del accidente mencionado, se produjo un escape de gas, que terminó con la vida de dos tripulantes. Los demás se salvaron porque pasaron la noche fuera de la embarcación.
Acto seguido, el Marjory Glen sufrió un principio de incendio, que se potenció como consecuencia de la enorme cantidad de carbón que se almacenaba en sus bodegas.
Y, aunque se trazaron diferentes planes para recuperar el cargamento y evitar la destrucción total del buque, todo fue en vano. Únicamente se controlaron las llamas, al romper su casco para inundarlo.
El incendio del Marjory Glen impactó en todos los habitantes de Río Gallegos que, en 1911, era un pequeño pueblo de la Patagonia. La gran mayoría temía que las llamas ocasionen un desastre en la localidad.
Es por eso que el accidente del navío escocés no pasó desapercibido y las autoridades decidieron, una vez controlado el incendio, dictar prisión preventiva para el capitán Jans Martin Holmsen, el 26 de septiembre de 1911.
¿Y qué ocurrió con los restos del barco? ¡Nada! Lo que sobrevivió del Marjory Glen quedó en la playa de Punta Loyola y, con el correr del tiempo, se convirtió en un atractivo turístico, que se conserva hasta la actualidad.
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