La palabra "asalto", algunas décadas atrás, tenía un significado muy distinto al que conocemos hoy en día.
Se trataba de una fiesta organizada por adolescentes y realizadas en casas de familia. El protocolo indicaba que los varones debían llevar la bebida y las chicas la comida.
¿Por qué las fiestas solían llamarse "asalto"?
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Algún tiempo atrás, las fiestas solían llamarse "asalto" porque eran celebraciones de carácter improvisado en el domicilio de otra persona, a veces sin aviso previo al anfitrión. Los y las participantes caían con las bebidas y alimentos a consumir, listos para tomar potestad de la casa por algunas horas.
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De ahí la analogía con el asalto real -un intento repentino de robo a mano armada-: como el grupo que organizaba la fiesta tomaba la casa de los padres del anfitrión por asalto, literalmente, este tipo de fiestas comenzó a denominarse así.
Más que una fiesta
Organizar un asalto era todo un evento; para un grupo de adolescentes, llevar a cabo la primera fiesta de este tipo marcaba el fin de una etapa y el comienzo de una nueva.
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El asalto era un momento para pasarla bien, escuchar música, divertirse y bailar, e incluso "apretar" con la chica o chico que te gustaba.
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De fondo, sonaba la música que con el tiempo fue variando de formato: al principio long plays de pasta o de vinilo y después cassettes. Nada de Spotify.
Como resultado se obtenía una fiesta amateur, muy propia y muy casera, por lo general organizada en la terraza de una casa, con luces hechas con latas y música pasada por uno mismo en precarios grabadores o tocadiscos.
Para muchos podía convertirse en la noche más recordada de su vida: la del primer beso, la de la primera novia/o, la de las primeras "transgresiones" a escondida de los padres, pero siempre de forma sana, inocente.
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